28 de enero de 2011

Regocijo en el Gobierno

Tras quince años en la construcción está en el paro. Está pagando un piso, un coche y se casó. Tiene dos hijos. Su vivienda, a la venta, no le da para rescindir la hipoteca. Y, aunque le diera, ¿dónde viviría?
Su amigo de la infancia estudió. En esos años acabó dos carreras. Tampoco tiene trabajo. Vive con sus padres.
Gobierno, empresarios y sindicatos acuerdan la edad de jubilación a los 67, y suben los años de cotización. La oposición dice que estamos en el buen camino.
Todos se felicitan, pero los parados no saben por qué. Ni yo tampoco.

Fumar es un placer

La muchacha joven y dicharachera de Philips Morris se dirige al hombre que entra en el estanco:
- ¿Fuma usted?
- No, vengo a comprarle tabaco a mi mujer.
- ¿Y cómo no le dice que se lo compre ella?
- Por prudencia.
- Pues a las mujeres hay que darnos un toque de vez en cuando.
- Los imprescindibles y con humildad.
- ¡Anda, qué señor tan educado! ¿Y qué fuma?
- Fortuna.
- ¿Y no querrá probar el Philips Morris?
- No, los que fuman Fortuna son muy fieles.
- ¿No me diga?
- A la marca.
- ¡Huy!, si ya le había entendido.
- Pues entonces, se hará usted cargo.

20 de enero de 2011

Mercados

En los mercados se habla, se prueba, se palpa, se porfía, se regatea y se discute. También se trata a las personas, se bromea, se ganan afectos de cliente y, con el tiempo, hasta se hacen amistades. Los tenderos son catedráticos en las distintas ramas de la Alimentación Pura y del Tejido Exacto y, en esta universidad popular, imparten clase cada día sin que la asistencia sea obligatoria o regular, ni las enseñanzas sean regladas o convalidables. Algo humano, atento y casi artesanal que, en teoría, todos admiramos, aunque luego, como gilipollas, nos vayamos a comprar al Corte Inglés.

La seguridad

El gigante está preso. Quería defenderse con murallas y quedó recluido por su recelo. Primero se sintió orgulloso y fuerte, luego distinto y después solo. Pensó en hacer amistad con los pájaros, los únicos que podían alcanzarle, pero su superficie, lisa, moderna e irisada no ofrecía asilo para ellos. Los otros seres no podían acercarse y, tras mirarle curiosos al principio, le dieron la espalda y el mundo funcionó fuera de su recinto. Y el gigante miraba desde dentro, sintiéndose seguro y resguardado, y pensaba lo aburrida que había llegado a ser su vida. Hubiera preferido vivir y tener miedo.

19 de enero de 2011

Hombre invisible

Hace frío y se sienta en un banco de la Plaza Reial. A sus pies unas pertenencias, todas las que tiene, que está harto de acarrear. Ni sentado se le relaja la cara, si acaso, se le pone más triste.
Es primera hora de la mañana y la gente pasa ligera a sus trabajos. Los turistas aún no se han levantado. Los bares abren sus puertas y los primeros clientes toman café. Los repartidores invaden con sus furgonetas lo vedado al tráfico normal. Al hombre no le mira nadie. Es invisible. ¿Qué pensará el hombre invisible de la vida?

Bocacalles

¿Cuándo pasaría el último carro por estos callejones? Son tan angostos que, para evitar conflictos, el sentido de cada bocacalle había de estar señalizado. Con su estrechez y la altura de los viejos caserones, algunos de más de siete plantas, recuerdan la aglomeración de las ciudades medievales creciendo hacia arriba entre murallas. Luego, con los ensanches, fue un milagro que estas históricas barriadas no se derribaran junto a las antiguas defensas, puertas y torreones. Imagino que estos supervivientes gozarán ya de un indulto indefinido. La codicia no puede llevarse por delante algo tan entrañable. Al menos, eso quiero creerme.

17 de enero de 2011

Recovecos

Vivíamos cogidos de la mano, temerosos de que algo inesperado nos quebrase. Vivíamos en la felicidad miedosa de una vida casual, inmerecida e incierta, como todas. Y, por falta de datos o porque los que teníamos eran suficientes, nos pareció que cualquier otra cosa nunca podría ser mejor. Así han pasado los años, queriendo que el tiempo no nos localice, imaginando tejer un camuflaje tan discreto que nos preservaba de su vista, ocupando esas pardas cuevecitas de piedra que hacían los pastores y que, por abandonadas, olvidadas y perdidas, ni constan en el censo, ni pagan alquiler.

Sin consuelo

Cuando el tiempo me acude, últimamente le llamo mentiroso. Y quiero negarle la existencia, cuando la suya es el lecho donde yacen todas las demás. Y así recorro anhelante los paisajes que son la cáscara vacía de lo que hubo, de quienes los poblaron, de todos los que me hicieron compañía y que hoy, inesperadamente, desertaron de sus querencias habituales. Y, aunque me empeñe en encontrarlos, no aparecen. Echándoles de menos, sigo adelante ansioso, como si alguno, inesperadamente, pudiera presentarse. Pero el tiempo les ha vuelto invisibles y, aunque estén, ninguno me quiere dar la cara y consolarme un poco.

Decadencia de la libertad

Ni en los países que se llaman libres, ni en los otros, existe libertad para quienes no saben lo que es. La libertad se vende como una mercancía más, que se adjunta en el lote que ofrecen los partidos. Libertad de qué. Utilizando sin cesar esta palabra hemos terminado por desvirtuarla, por hacer que su significado se vuelva una investigación de lo que pueda ser. A la decadencia que este mundo de diseño nos ofrece le acompaña la palabra libertad, y esta sobreabundancia de individualismo supuestamente original, que a todos nos iguala en idiotez, nos hacer creer que la tenemos.

14 de enero de 2011

Barcelona, la emoción

Después de escribir sobre el Raval, no le quedan a uno ganas de escribir sobre Barcelona.
¿Qué podría decir? Que es una ciudad deslumbrante, cosmopolita, vieja y, a la vez, renovada, una ciudad que ha sabido conservar sus barrios… Mil tópicos más podrían decirse sobre ella. Pero, para eso, ya hay abundantes crónicas locales, municipales, del Wikipedia o de otros propagadores de sus maravillas ciertas. Simplemente, mi idea de la ciudad es que, si no es la más bonita de España, es la que más me ha cautivado. Mi alma mesetaria se quedó, incansable y emocionada, vagando por Barcelona.

12 de enero de 2011

El Banco de Satán

En el Paseo de Gracia dos hombres con pancartas están plantados delante de una sucursal del Banco de Santander. Desentonan, un viejo en silla de ruedas y un joven disertando por un micrófono, entre el trasiego de los viandantes y de los turistas a visitar las casas más artísticas de Barcelona o a comprar en los templos más selectos de la moda y el diseño. Sin embargo, ahí está ese dúo surrealista predicando, en el desierto de la multitud satisfecha, sobre este capitalismo que se devora a sí mismo y que cínicamente nos gobierna escondido bajo cualquier tipo de siglas.

9 de enero de 2011

La ilusión de los colores

Hay cosas que parecen inalterables. Lo parecen, al menos, para espíritus tan simples como el mío. Los colores, por ejemplo. Nos acostumbramos y nos parecen cosa hecha. Y de los colores podríamos pasar a otros asuntos. Hasta parece que el sistema económico, por caótico que sea, ha de ser uno. Seguir el modelo sin discusión se ha hecho axioma. Pero, inesperadamente, uno, en su tristeza mental, vislumbra luces sorprendentes y comprende que las cosas no tienen por qué ser indefinidamente como son. Hay pequeños símbolos que nos sorprenden hasta a los analfabetos del fútbol. Ilusos que somos. Sólo son colores.

8 de enero de 2011

Viajando en el viaje

Siempre me han sorprendido las personas que piden ventanilla en los aviones para ir dormidas con la cortinilla bajada. Tal vez su experiencia viajera sea tan grande que sólo acierten a expresarla con esa indiferencia.
Igual me sucede en cualquier medio de transporte y, como mi avidez por observar no ha fenecido con los años, viajo con la nariz empañando ventanillas. Soy feliz como un niño viejo ante cualquier paisaje. Y todos esos dormilones me suscitan pena, como si pasaran por la vida perdiéndoselo todo, como si creyeran que el viaje es el punto de destino, y el tiempo indefinido.