26 de febrero de 2011

Pongámonos en valor, please

-Papá, ¿qué es la biodiversidad?
-Los bichos y las plantas.
-¿Y la riqueza hídrica?
-El agua.
-¿Y la gastronomía?
-Los huevos fritos con migas que nos hemos comido.
-¿Y el patrimonio histórico?
-El castillo del pueblo.
-¿Y el acervo cultural?
-La fiesta que celebraban.
-Y, quién es la enología.
-No es una persona, se referían al vino.
-Y el ambiente rural.
-El pueblo donde hemos estado.
-Y por qué hablan tan raro.
-Porque les parece que así las cosas son más importantes.
-¿Cómo cuando tú dices que trabajas en seguridad y mamá en logística?
-Muy bien, hijo. Lo has pillado.

Dios es grande

Dicen que, dentro de diez años, los chinos sustituirán a los americanos de los Estados Unidos de América del Norte como primera potencia mundial. Y, para mí, que siempre fui idealista y crédulo, la noticia ha supuesto una alegría. Finalmente he visto cumplirse un anhelo. Algo en lo que puse un gran empeño. Y no lo digo, como algunos malpensados pudieran suponer, por ver desbancado al coloso americano, ¡Dios me libre! Lo digo porque los de mi generación fuimos unos adelantados, unos pioneros, unos visionarios de este futurible, cuando salíamos voluntariamente, en nuestros tiempos escolares, a pedir para los chinitos.

16 de febrero de 2011

Cadencias imprevistas

Me gusta imaginar al escritor como emboscado. Silencioso, oculto y a la espera, observando la vida desde algún costado. Esperando no sólo el momento ajeno, que surge inesperadamente, sino también el propio, que brota al compás caprichoso que rige la fantasiosa voluntad. Mientras ocurren ambas cosas, pues no suelen ir de habitual coordinadas, pasa el tiempo y, en ese sustrato de la memoria que con tanto mimo atesora el narrador, se van aposentando las historias y, éstas, cuando llega su tiempo, afloran a la superficie del papel como les pasa a los ahogados cuando los gases internos les reflotan.

14 de febrero de 2011

Como el pez en el garlito

La idea política de cualquier ciudadano, visto el asunto de modo absoluto, sólo es interpretable en forma de voto. Pocas personas tienen medios para proponer, y ninguna para elegir, algo distinto de lo que hay. Y nos movemos, al menos algunos, entre la abstención y el miedo a nuestro propio voto. Miedo a lo que hay, que roza la inoperancia y el desastre, y miedo a lo que puede haber, si cabe, más incierto y oculto. Y así, topamos con los límites de nuestra democracia. Y nuestra fe, en que pueda existir algo mejor, se tambalea ante este horizonte inamovible.

12 de febrero de 2011

Conversaciones inacabadas

-¿Cómo llevas la física atómica?
-La atómica no, la nuclear.
-¡Qué confusión tan injustificable!
-Aunque los nombres parezcan similares, son distintas. Y, si entramos en la física de partículas, ni te cuento.
-¿Y también hay física molecular?
-Bueno, eso ya es otro mundo.
-Y yo que relacionaba la física con las matemáticas.
-Sí, pero eso es la física teórica y la de la materia condensada, siendo ésta última la que a más físicos reúne, bien en sólidos, líquidos o superfluidos.
-¡Ondiá!
-Y luego tenemos la astrofísica, la biofísica y…
-Vale, vale. Ya, si eso, hablamos otro día con calma.

Ahora

Pasó la vida anhelando. Todos sus deseos se conjugaban en futuro. ¿Cuándo acabaré los estudios?, ¿cuándo seré independiente?, ¿cuándo conoceré a alguien?, ¿cuándo tendré trabajo?, ¿cuándo casa?, ¿cuándo un hijo?... Y siempre pensó que aquellas metas le sacarían del marjal de su vida. Pero ni los logros ni el futuro se agotaban. Y así, en una inane sucesión. Un día, al envejecer, se hizo persona del presente. Fue repentino: una revelación nítida y exacta. Como si un golpe de zarzagán helado la hubiese sorprendido. El calcetín del pensamiento y de la vida se le dio la vuelta: allí estaba ella.

5 de febrero de 2011

Autoestima

No se quería. Por eso era tan amable. Sus atenciones eran un reclamo; su seguridad, una engañifa. Un modo de pedir que los demás asfixiaran, acercándose, al fantasma agobiante de su terca difidencia interna.
Con el tiempo, se enteró de que, a eso, lo llamaban autoestima baja. Dos palabras para decir desconfianza guapamente. Para definir la identidad propia como extraña. Y, ¿cómo no había de serlo la mismidad que, generalmente, defrauda?
Y se dio cuenta de que escribir era una manera sobada de improperio, de, sin confesarlo, decir taimadamente lo que no se quiere. De, liberándose, ser un egoísta cultivado.

Neolector

No sé. Dicen que, formal, me da por la rectitud y escribo malamente. Da igual. Al final, ¿dónde van las letras de mis tres pensamientos, de los dos que callo y del que escribo?
Así que, últimamente, leo más. Si, por leer, se puede decir que leo algo. Porque, sinceramente, fui siempre soberbio: pocas cosas leí que me gustaran, excepto de pequeño. Y entonces, seguramente, por la novedad. Por esa que, para el niño, es la maravilla escrita recién vocalizada.
Pronunciar sílabas, de cuadernillos o de rótulos, mientras te chocabas, absorto en tu emoción, con las farolas y con todo.