31 de enero de 2012

Incógnita inquietante

-    ¡Anarquista!
-    …
-    ¡Perillán!
-    …
-    ¡Mostrenco!
-    …
-    ¡Pero qué camerú que estás hecho!
-    …
-    ¡Ay, qué zepelín!
-    …
-    ¡Dios mío, pero qué alcornoquito! ¿Cómo puedes ser tan salvaje, hijo mío?
-    Si yo no he sido.
-    A mí no me contestes, ¿eh?
-    Pues no me preguntes.
-    ¡Es que no tienes ni rayo de lacha!
-    …
-    Yo no sé qué determinación voy a tener que tomar contigo.
Y eso de la determinación sí que me parecía grave. Yo no sabía lo que era, pero intuía que era alcanzar lo trascendente: te la habías liao sin conocimiento. El asunto pasaría a tu padre.

30 de enero de 2012

Lo que nos queremos

Ninguna persona está contenta con su sino. Pero, la mayoría, somos afortunados porque tenemos imperfecciones que casi todos ignoran. No arrastramos defectos evidentes, pegados onerosamente al cuerpo. Ser enano, por ejemplo, o deforme, cojo, ciego, sordo o, simplemente, diferente. Porque la diferencia es un defecto que afianza a los que, aparentemente, no tienen ninguno. Pero, curiosamente, todos nos imaginamos diferentes a los demás, con una diferencia que indefectiblemente nos hace superiores, ¡maldita sea, qué mal me expreso!, quería decir distintos. Y, sin embargo, nuestra gran seguridad en este tránsito, como algunos llaman a la vida, es justo el parecer iguales.

La luz de cada día

¿Seguiré cobrando mi pensión?
¿Me pagarán por mi trabajo?
¿Conservaré mi dinero?
¿Se esfumarán mis ahorros?
¿Perderé mi casa?
¿Qué será de mis hijos?
Hoy todos estamos curiosamente resignados a perder lo nuestro. ¿No lo habéis notado?
La sensación de seguridad, que ahora se demuestra ficticia, ni siquiera nos permite reaccionar ante lo vergonzosamente injusto.
¿Qué deberíamos pedirles a los políticos?
En mi opinión, lo más sensato, sería lo que el filósofo Diógenes, que vivía en una tinaja esperando encontrar hombres honestos, le pidió a Alejando Magno cuando éste le ofreció lo que quisiera:
“Apártate, que me quitas el sol.”

27 de enero de 2012

Contra corriente

“El oficio de cazar es el más viejo, contra lo que se dice por ahí. Que la lujuria –hijo- viene siempre después de satisfacer el hambre, que es la primera dictadora.”
“Mira –añadía-, el cazador ha de fundirse con el campo, volver a ser un elemento más de él, como lo era el hombre libre en los principios del mundo, cuando la caza era su primera y única religión. Una religión que, en puridad, ha sido la única que, a lo largo de la historia, le ha dado al hombre de comer sin meterle en problemas.”

26 de enero de 2012

El insensible

-    ¡Ay!, ¿qué estarás pensando?
-    Nada. Miro la tele y me quedo relajado. Es el único modo de conseguirlo.
-    Bueno, pero, algo pensarás.
-    Pues, tendría que hacer el esfuerzo de pensarlo. Y no quiero.
-    Pero, es que pones unas caras.
-    Mujer, no sé.
-    Pero es que a mí, cuanto te miro, me vienen oleadas.
-    ¿Oleadas?
-    Sí, oleadas. ¿No me entiendes?
-    Creo que sí.
-    Y a ti, ¿no te pasa lo mismo?
-    A mí, lo que me pasa, es que cada día me recuerdas más al mar.
-    ¿Por su inmensidad, su profundidad, su belleza, sus continuas oleadas, quizás?
-    No, porque me mareas.

25 de enero de 2012

El pensador gordo

-    El tiempo libre no existe. Bueno, a decir verdad, no lo sé. Desde luego, cuando yo era chico, no existía. Nadie hablaba por entonces de tiempo libre. Claro que era una época en que a la gente tampoco le importaba engordar, es más, por entonces, engordar no era tarea fácil, ni mucho menos. Ahora parece que andamos sobrados de grasas y de tiempo. La obesidad y la ociosidad han venido de la mano y ambas constituyen un problema.
-    Mira, cariño, no le des tantas vueltas a las cosas, vive tranquilo, yo te quiero.
-    Más te quiero yo y me aguanto.

20 de enero de 2012

El fin de los medios

A uno que quería detener corruptos e impedir evasión de dineros, en pro de la nación, le están aclarando que el fin no justifica los medios. ¡Mecachis!, ¡vaya por Dios!, para una vez que los trincan, van y dicen que así no vale.
Asimismo para sujetar esta economía, norte y guía de la civilización, otros, están bajando salarios, facilitando despidos, recortando la sanidad y la educación, incumpliendo con proveedores, y, en general, además de mermando derechos, acojonándonos a diario como sicarios de la nueva Santísima Trinidad (S&P, Moody’s y Fitch).
Oigan, que el fin no justifica los medios.

18 de enero de 2012

Taxonomía humana

- ¿Cómo se llaman los habitantes del mundo?
- Pues, los mundiales.
- Hala, no jodas, eso es para el fútbol. Ya está cogido.
- Pues, ¿los mundanos?
- Pero, hombre, ya quisiéramos ser mundanos todos los habitantes del mundo.
- Entonces, ¿solamente pueden ser mundanos algunos?
- Hombre, claro, el mundo no podría soportar la presión económica, por no mencionar el despiporre ético y moral, si todos fuéramos mundanos, que pareces tonto.
- Y los que no somos mundanos, ¿qué es lo que somos?
- Pues, yo qué sé, supongo que mundacas o algo así.
- ¿Mundacas?
- Pues es lo que hay: mundanos y mundacas, ¿o estás ciego?

Espejo doble

Para que tú nacieras hicieron falta dos personas. Y, para que esas dos personas nacieran, hicieron falta cuatro, y ocho para que nacieran esas cuatro y así podemos remontarnos al origen de la Humanidad, sumando en cada uno de nosotros las características genéticas de muchísimos, que vivieron antes. Hoy el fenómeno sigue produciéndose y la especie se hará cada vez más homogénea por la mezcla creciente, facilitada por la unión entre personas de distinta procedencia y lugares. Piénsalo bien:
-¿Qué te sugiere que se necesiten dos para originar uno?
-Que el mundo, antes, estaba mucho más poblado.
-Vale, tómate algo.

11 de enero de 2012

Regulación del sueño

Tras los inevitables ajustes económicos, el gobierno va a reducir drásticamente las horas de sueño. Algunas comunidades autónomas ya se han adelantado en la implementación de esta innovadora medida: el sueño es un atentado contra la productividad, contra el consumo, contra la solidaridad, contra el crecimiento económico. Esto es innegable, y ninguna persona, de bien, se opondrá a tan racional y lógica medida. Además, en horas de sueño, quedará prohibido soñar, por ser  superfluo y, por tanto, antieconómico. Y, soñar despierto, estará aún más penalizado por razones evidentes. Las agencias de calificación de riesgo aplauden la medida. ¡Se despabilen, coño!

En un segundo

En la marmita de mezclar impresiones macera el cerebro todo cuanto percibe. Y, como en una coctelera, se agitan y se revuelven actitudes, palabras, gestos, miradas, facciones interesadas y caras aburridas, despistadas o crispadas, con molestos cristales de sal que no encuentran otro punto por donde brotar. Y todo es de provecho cuando la pasión está calma y se acumula en el alma la desesperanza de aquel tango y la tenue melancolía templada de cualquier bolero. La vida enseña al que la escucha, pero cuánta concentración para escucharla. Y, lo que uno aprende, ni a uno mismo le aprovecha. Lástima.

Empresa pionera

Vendemos estertores, jadeos tenues o escandalosos, ruidos cavernosos de pechos agónicos, sonidos de tripas hambrientas o descompuestas, arcadas con o sin vomitona, pedos de todas las gamas excepto sordos, regurgitaciones, empellones y ventosas de coito, palmadas de azotes o de bofetadas, eructos, hipos, convulsiones sonoras especialmente inconexas,  toses, carrasperas, expectoraciones, estornudos, orgasmos, besos suaves o restallantes, lametones, sorbos, masticaciones, degluciones, escupitajos cargados o salivazos, defecaciones… y trabajamos estos sonidos y otros en cualquier idioma, garantizando su origen natural, con absoluto respeto a razas, nacionalidades y demás hechos diferenciales. Somos una nueva empresa emergente, creativa y pionera en el mercado globalizado.

Txistularis

Impertérritos, ajenos al paso de la gente, que parece alocadamente amorfa, tocan los siete serios acompasados sabiendo el son. Sobrios, tranquilos, como si estuvieran en el prado siempre verde de su aldea con el tiempo parado, interpretan impávidos tonadas heredadas de antaño.
Luego se van pausadamente y formados sin acuerdo previo, entonando religiosamente y con ritmo ambidextro, hasta la Plaza Nueva. Y siguen allí con el txistu y el tamboril ese homenaje suave que parece dirigido a las piedras, ajeno a transeúntes y turistas, y que sólo los viejos parecen apreciar por dentro, sin que nada lo denote por fuera.

6 de enero de 2012

La encuesta breve


Sostienen algunas personas que, con el paso del tiempo, la tristeza se hace una compañía cada vez más asidua, hasta terminar por hacerse crónica.
De este supuesto ignoro si hay datos contrastados pero, desde que lo escuché, observo atentamente las facciones de la gente mayor.
Aparte del sorpresón que tuve, ya hace años, al enterarme de que la arruga era bella, he de reconocer que sus caras no son precisamente el escaparte de la alegría. Así que un día encuesté a un anciano:
- ¿Opina que las personas de la tercera edad tienen la cara triste?
- ¡Mírate en un espejo, gilipollas?

La fidelidad


-        Pues, a mí, me educaron así y así pienso seguir hasta la muerte. Porque yo soy una persona de principios, no un chisgarabís de esos que hoy dicen una cosa y mañana hacen otra. Porque la verdad, sépalo usted, no tiene más que un camino. Y no soy yo uno de esos acróbatas mentales, tan al uso, que emplee la palabra para justificar mis cambios de conducta. Porque esas defecciones, en mí, ni existen, ni existirán. Yo, sépalo usted, soy una persona de fidelidad inquebrantable.
-        Usted confunde la fidelidad con la constancia.
-        Ah, ¿pero es que no es lo mismo?

Recuerdos del puente


-        Un día tu aita, cuando estaba pestuzo, se subió hasta no sé dónde gateando por ese puente y luego no podía bajar y tuvieron que llamar a los bomberos y, cuando lo bajaron, los guardias le tuvieron una noche en el calabozo. Anda, pregúntale.
-        ¡Ahí va!, ¿de verdad, aita?
-        No le hagas caso al tío y vete a jugar con la Begotxu. Y tú, Josetxu, no me jodas, hombre, que el niño me va a tomar por Superman. Pestuzo, sí, pero por Superman, que los críos se lo creen todo.
-        Tan pestuzo que, encima, se te olvidó poner la ikurriña.