28 de febrero de 2012

Llevas razón, pero vas a la cárcel


Metafóricamente hablando, dicen que se puede morir de amor, de éxito o de asco. Me gusta imaginar que la muerte –profesional, claro- del juez Garzón, ha sido de éxito. Aunque, pensándolo bien, tal vez algunos hayan deseado matarlo de asco, porque la impotencia y el ostracismo son dos de sus formas. Y seguro que tampoco han faltado los que confiando en él, como su único valedor, hayan visto en su desaparición un final por amor, por aquello del amor sublime del que se la juega por otros. Este asunto da mucho que pensar sobre la naturaleza de los seres humanos.

Aportaciones personales


La historia siempre nos la cuenta alguien, a excepción de ese trocito personal que, querámoslo o no, nos toca vivir. Pero, aún viviendo nuestra pequeña parte, ¿sabríamos decir con certeza cuál es la importancia de cada hecho, cuál el acierto o el fallo de nuestros contemporáneos más notables? Seguramente también son otros los que nos cuentan nuestro presente, no vaya a ser que lo entendamos mal o que no lo entendamos. Y, por eso, cuando veo un testimonio personal de cualquier clase, en cualquier lado, y por pequeño que éste sea, me emociona su huella infantil, chica y directa.

La pérdida del Paraíso

La hija de Diosa, como luego lo fue el hijo de Dios, formaba parte de una trinidad: madre, hija y ánima ocurrente. Y perdura el rumor de que, esta trinidad femenina, no tenía seriedad. Pero, sin embargo, hizo un mundo feliz, sensual y acogedor. Y los hombres vivían dichosos, con el único comecome de no poder ser protagonistas. Y, claro, se rebelaron contra Diosa, porque eso de estar en segundo plano lo llevaban mal. Así que abuchearon a la trinidad femenina y ésta, ofendida, dijo: “Pues vale, os voy a crear una trinidad masculina”.
La cagamos y perdimos el Paraíso.

27 de febrero de 2012

Pero arrobamiento es más bonito


-        Amigo Antonio. Tú, que eres poeta, ¿no echas de menos aquellas múltiples flores verbales de antaño que describían tan acertadamente el estado del enamorado? ¿No se resiente hoy tu alma sensible ante la ausencia de tan precisas y ricas descripciones? ¿No echas a faltar en el común vocablo, pongamos por caso: los solícitos embelesamientos, las turbaciones embriagadoras, las inesperadas demudaciones, los inoportunos azoramientos, las arrobaciones galantes, los mudos cautiverios, los evanescentes desquicies ante la mujer amada y el temor a sus sutiles y caprichosos devaneos?
-        Pues no. Porque ahora con decir que estás enchochao sobra.
-    ¡Coñe, qué concisión!

26 de febrero de 2012

El valor de la experiencia

-        Mira tío, me tienes hasta los huevos. Que hiciste todas las huelgas que se presentaron en tu vida, me lo has dicho ya doscientas veces. A mí qué me cuentas, cojones. Ya sé que si el poder nos nota conformistas seguirá dando vueltas a la tuerca, ya sé que lo que ahora comenzamos a perder se consiguió tras años de esfuerzo. Pero, a mí qué me dices, qué quieres que haga. Lo que ocurre no es mi problema, ni lo que dices me vale para nada. Y que conste que lo que está pasando no me gusta.
-        ¡Menos mal!

La duda


No vale la pena ser razonable. A fuerza de serlo todo el mundo termina por convercerte de lo que quiere.
Si te opones a lo que no te parece correcto, no tardas en ser tildado de extremista y de persona conflictiva.
Muchos optan por el silencio, la espera, la resignación y el no ofender a nadie.
Y esta última opción nos parece muchas veces las más acertada.
Sin embargo, hay una frase que atribuyen a Einstein: “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa.”

Imaginación de niño


Pensaba que la entrada a las entrañas de las mujeres era el escote. Esa raja apretada entre sus senos era el tope exterior de la profunda abertura que entraba a su físico más hondo. Un interior que era sin duda mucho menos estético, pero mucho más crudo y decididamente carnal en el que, si metías la mano y profundizabas, podías estar seguro de tocar sus vísceras, notar el calor de sus entrañas y sacar la mano ensangrentada. Con el tiempo supo que no era esa la cicatriz permanentemente abierta por donde parían, pero a él le hubiera gustado.

Embelesadito

Su paseo diario, atravesando el parque de La Concordia, se hacía interminable. Eran dos débiles cañitas a merced del viento. La anciana se llamaba Angustias y el marido, tan octogenario, débil y ajado como ella, Ezequiel. La fragilidad de ambos no parecía de este mundo. Pero siempre avanzaban muy despacio a lo largo del paseo sin que él le quitase a ella los ojos de encima.
La abuela Narcisa les miraba con una risa nerviosa y burlona.
-        Pero mírales: ¡qué espectáculo!, pero si va embelesadito.
Pero a mí no me engañaba. Siempre pensé que lo decía con envidia.

21 de febrero de 2012

Y vuelta la borrica al trigo.

-        Este sol de invierno es una joya. ¡Fíjate qué día! ¡Una alhaja te digo!
-        Mientras no se levante el viento y lo joda.
-        Y qué, ¿ya no subes por el pueblo?
-        Si es para hacer algo, sí. Que los pueblos no son para la holganza.
-        ¿Cómo que no? Y esos aires, esos espacios diáfanos, esos paseos interminables, esos rincones hogareños de antaño.
-        Si no vas con idea, ya te digo, te traspella el frío de la sierra.
-        Sí, pero ahí sí que se conserva sana la gente, ¡cómo robles! ¿Eh? ¡Igual que robles!
-        Hombre, el que no se muere.

Por ahí andamos


¿Se inventó la vida? ¿Existe o es sólo una idea? ¿Alguien la conoce? ¿Llamamos vida a algo objetivo o simplemente a lo que hacemos? ¿Puede aprenderse? ¿Podrían crearse escuelas de la vida? ¿Será un oficio que con la práctica se aprende? ¿Es una memoria que, una vez completada, simplemente se acaba? ¿Es un conjunto de planes que imaginamos, para vivir luego sencillamente lo que termina por pasarnos? ¿Son todos sus instantes iguales y duran lo mismo? ¿Será sólo continuar? ¿Es, quizás, una especie de costumbre? Bueno, al menos, cada año nos damos una vuelta, por ahora gratuita, alrededor del sol.

20 de febrero de 2012

Borrar con salivilla

Mi vida se puede borrar con salivilla. Es un vagabundaje, un no parar: caminar por las mañanas, de paseo por las tardes, a dar una vuelta al oscurecer.
Compra, limpieza, comidas, recados y trámites. Un no hacer nada que ocupa todo el día. Puede que antes, cuando trabajaba, mis tareas fueran igual de prescindibles pero me habían enseñado a pensar que lo banal es lo de ahora. Así que mis días son tan previsibles y, a la vez, tan triviales que, como los errores a lápiz en los cuadernos de los niños, se pueden borrar con salivilla.

16 de febrero de 2012

Ir a remolque


Conducía sin parar de hablar. Tanto era así que hasta agradecía que su interlocutor, si podía llamársele así al sujeto que le acompañaba, le cambiara de vez en cuando de tema y, al menos, el  nuevo asunto, del que inmediatamente se apropiaba, le daba un aliciente diferente para seguir hablando.
Como el viaje era largo, el sujeto paciente de la conversación, abrumado, llegó un momento en que le dijo:
- Amigo, ¿no se da cuenta de que todo cuanto usted dice ya lo sabe y que, si escuchara a  los demás, probablemente se enteraría de algo que no sabe?

15 de febrero de 2012

Sentencias de la tía Sabina

- Benditos sean mis bienes, que me libran de mis males.
- Pero, ¿y quien no tenga bienes?
- Males hay que no remedian los bienes.
- ¿Hay males irremediables?
- Esos, aunque tengas bienes, son males insoslayables.
- Y los males, ¿quién los da?
- El mismo que da los bienes.
- ¿Y si a quien da males no le da bienes?
- Se tiene que conformar.
- ¿Y no podría dar sólo bienes?
- No, porque entonces no los apreciaríamos.
- O sea, ¿el mal es para que apreciemos el bien?
- Ahí le has dao.
- ¿Y si no hubiera bien ni mal?
- ¡Ay, niño, qué cabeza me estás poniendo!

Exvotos

Los exvotos son como amores de niños. Ellos te hacen un dibujo y te lo dan, convencidos de corresponder a tu amor con lo mejor que tienen. ¿Qué mejor que un dibujo de niño para compensar a la divinidad por un milagro? Bueno, también valdría una sonrisa, pero, claro, pasaría desapercibida. La divinidad debe de agradecer mucho estos detalles y decirse: “Quieren corresponder con un recuerdo propio e insignificante a lo que yo tengo de infinita, qué buena voluntad tienen los hombres en cuanto se sienten un poquito amparados y eso que les dura la vida cuatro días.¡Qué majos!”

Necrosis en la memoria


-¿Conoces el sendero a Barbatona?
Y dije sí, cuando debería haber dicho no.
Tras más de treinta años sin pisarlos, los senderos del pinar de mi juventud y de mi infancia han sido sepultados por la apisonadora, los árboles talados a su paso, los regatos metidos en tubos de  hormigón. La pradera yacía desolada, arrinconada, desfigurada por barbacoas semidestrozadas, por basuras anónimas o firmadas en botes y botellas de marcas y por la publicidad de las fundas de alimentos envasados.
Al final del paseo, le dije:
-Estaba equivocado, este trozo de mi memoria lo han matado.

14 de febrero de 2012

¡Tía buena! (Antes había un diálogo) Día de los enamorados.

-        Gracias –dijo ella.
-        No corrían prisa –dijo él.
-        Gracias de todos modos –respondió ella.
-        Las que usted atesora –respondió él.
-        Las que usted se merece –siguió la dama.
-        Las que de sus encantos no desmerecen.
-        Usted me halaga.
-        Ni usted ni su figura lo precisan.
-        ¡Ay, qué galante! ¡Cállese ya!
-        Imposible, señora. Su físico me mueve a locuacidad.
-        Tengo marido, sépalo usted.
-        Qué Dios se lo conserve tan vigoroso.
-        Y que a usted no le ciegue de los dos ojos.
-        ¿Me ve usted tuerto acaso, preciosidad?
-        No. Rijoso de ambos ojos, tío carcamal.

13 de febrero de 2012

Tras unas copas


- ¿Cómo serán los recuerdos de los muertos?
- Mucho más exactos que los nuestros porque ya, sin cuerpo que los enturbie, lo tienen todo nítido.
- Pero si muchos pierden sus recuerdos ya en vida, cómo los van a conservar después de muertos.
- Pues ya te lo estoy diciendo. No ves que el cuerpo no es más que un estorbo.
- Entonces, ¿tú crees que nuestros recuerdos no son exactos?
- Ni lo son ni nos conviene. Si mentimos a los demás, anda que nos vamos a decir la verdad a nosotros mismos. Ni que estuviéramos tontos.

Escépticos


En la fe, creencia ciega en algo, no cabe la posibilidad de la equivocación; en la ciencia, que intenta explicar las leyes que rigen el mundo, sí. Los fieles son escépticos hacia la ciencia; los científicos lo son hacia la fe. La voluntad de Dios es la explicación de todo para los primeros y, su voluntad cambiante, explica los fenómenos inexplicables y contradictorios. Mientras, para los científicos, la paulatina explicación de los fenómenos por los descubrimientos de la ciencia demuestra que Dios es un mito.
Y a ti, ¿qué es lo que te gusta pensar?

Mentes en blanco


Cuando, hace muchos años, se hablaba de los primeros ordenadores, se decía que se estaban construyendo cerebros electrónicos. Comenzaban a aparecer, por entonces, los hoy abundantes centros o laboratorios  de Inteligencia Artificial.
Esto nos daba la impresión de que el instrumento que hoy reina en los hogares era o es una imitación de nuestro cerebro. Hoy es, sin duda, el instrumento que más placer nos proporciona. La víscera, que le sirvió de modelo, se comunica con él y viceversa. Y el intercambio funciona tan bien que algunos se preguntan: ¿Qué hacía yo cuando no había ordenadores? Y no se acuerdan.

11 de febrero de 2012

A quienes me hacen compañía

Lo artístico, para serlo, ha de tener utilidad. Hablando de escribir, no sirve, aunque lo hagamos, el escribir solamente por gusto. Aunque disipe la soledad del tiempo, no será arte.
Cuando quien lea unas palabras sienta el brote de una revelación interior, lo escrito habrá obrado y, sólo entonces, servirá. La utilidad del arte -la interpretación de nosotros mismos, de los demás y de la vida- es la verdadera comunicación. Es la aparición de algo ante nosotros que, habiendo permanecido en la penumbra, vemos claro por primera vez y que, por tanto, descubrimos. Es la grata y verdadera compañía.

8 de febrero de 2012

Amor animal

-        El amor es una cosa animal –dijo ella – Eso de sentir las mariposas en el estómago y mirarse como tortolillos lo demuestra.
-        Claro que es animal –dijo él – Eso de ponerte tú borricote y ella perraca y notar el mundo lleno de ávidos buitres, ansiosos tiburones, sensuales gatitas, lascivas lagartas, monos salidos, perras cachondas, ciegos verracos, gallinas promiscuas, cerdos verriondos, cabras locas, zorras viciosas y cabrones sin escrúpulos, lo demuestra: animal del todo.
-        Oiga, que tanta falta de sensibilidad me mosquea.
-        Pues imagine que le pusieran los cuernos.
-        Ahora me ofende.
-        Pues la cosa, más animal, no puede ser.

7 de febrero de 2012

Fábricas de amor

-        Hacer el amor. Ojalá fuera verdad. Pero el amor no puede hacerse como el que hace un sartenón de callos. Aunque algunos sostengan que sí. Pero, sin duda, están equivocados porque no me explico que, si pudiera hacerse, no lo fabricaran, siendo cosa tan necesaria y de utilidad pública: Fábrica de amor La Desinteresada, reservas inagotables, servimos sólo a particulares, vendemos al mundo entero –fabuló el iluso con los ojos entornados.
-        ¿Estás tonto? Eso ya está inventado. Para eso están las iglesias, si de amores trascendentes hablas, y los puticlubs para lo que viene a ser follar.
-        ¡Ah!

3 de febrero de 2012

Los Modorriles

Las ovejas modorras, a causa de una larva en el cerebro, se quedan así: modorras. No sé si en este paraje contraerían la enfermedad o simplemente se amodorraban, que también significa adormecerse. Pero, en estos pagos, sobre haber lo que en todos: llanos, laderas, fuentes, conejeras y corrales, hay dos ermitas, la de la Soledad, sentimiento abundante del que no se carece en ningún sitio, y otra, ésta probablemente única, de la Virgen de las Espinillas que, a mí, se me antoja una virgen adolescente y vergonzosa, con el candor de una corderita amodorrada, vamos, una virgen creíble.

Dejando constancia

Alguien se ha molestado en rescatar estas viejas inscripciones nimias bajo la cal reciente. Son fedatarias del autor de una obra de mortero, la de letra chica, y del que puso los caudales para hacerla que, seguramente por pagar, se manifestó con letra más amplia. Sin embargo, la placa de mármol del siglo pasado, que dedica la calle, no dice nada de los méritos de su destinatario y, de este modo, los signos manuales, de irregular caligrafía y graciosas rúbricas rizadas, parecen de mucha más justicia y confianza al mencionar a los hombres por sus obras. Como es debido.

1 de febrero de 2012

Honrando a San Roque

San Roque peregrino, líbranos de la peste. Por ti lucharemos, en noble lid, en una piscina de chocolate, jugaremos al guiñote, nos templaremos de chupitos y no te faltará una misa  baturra, que los de Abenfigo aunamos topónimo árabe con santo cristiano, catalán con castellano, guiñote con rock que, aunque nuestro censo sea de 48 habitantes, nos sobra celo, amén de otras cosas, para celebrarte, santo andarín y curador. Todo en tu honor: ¡Viva y visca San Roque! ¡Y  visca y viva el canecillo que, a pan y lametones, tantos días le mantuvo vivo!

Pastel de niebla

Al temor de las horas del tiempo, que antes amaba, se adormecen mis días. Y, sin embargo, soñaba que sería a su amor, íntimo y gozoso, como transcurrirían. Qué extraño es el amilanamiento que producen los años, las repeticiones, los protocolos sociales mil veces pronunciados, los saludos insulsos, los compromisos desganados, las rutinas y también la indefensión del cuerpo y de la mente ante la ausencia de rutinas. El tiempo es un pastel de niebla que atacamos con una cucharilla. El tiempo, en el que tantas ilusiones navegaron, ahoga la lucecita chica de nuestra lamparilla con un galón de aceite.