22 de agosto de 2012

Titiriteros


Con la esperanza de que no se nos haya olvidado hablar, vuelvo a escuchar los vocablos usados en los medios, los circunloquios de políticos y periodistas y las falsas, y pretenciosamente impactantes, denominaciones nuevas que todo lo engullen con una especie de gula desvirtuadora. Efectivamente, sólo era una esperanza. El lenguaje anda descubriendo nuevos derroteros y uno ya no sabe si creerse lo que intuye o intuir lo que escucha, saltando sobre los significados con esas garrochas absurdas con que se adornan tantos nuevos titiriteros profesionales del lenguaje. Ha sido un descanso pasar unas semanas sin escucharles.

El país de Sánchez Gordillo


Como pardales, posados en la parra sombría, bajo el alero protector de la casa del pueblo, andamos los españoles. Este agosto más que otros, recordando quienes éramos, cobijándonos bajo los techos de la infancia y volviendo, sin percatarnos, a añorar los tiempos de la Sección Femenina: recreación de la vieja artesanía, de las canciones y danzas populares. Un país de viejos, resignado, abúlico, amaestrado por una democracia tan lacia como nuestros gobernantes, donde el único destello vivo del verano es un edil que se ha tirado al monte para escándalo de las fuerzas vivas y desvelo de la Benemérita.

Otras olimpiadas


A veces me pregunto para qué sirve correr tanto, saltar tan alto, o tirar cosas tan lejos y, además, hacerlo en nombre de países, como si no bastara ya con hacer cosas así a título personal. Sin duda carezco de espíritu olímpico, porque en estas cosas es donde realmente se mide la honradez, el espíritu de sacrificio, la compensación del trabajo en equipo, la solidaridad, el altruismo, el trabajo silencioso y tantas otras cualidades que el ser humano atesora y muestra en el deporte que, siendo desinteresado, indica lo que podría hacerse en la política si ésta también lo fuera.