7 de julio de 2014

Intuición espiritual

-        De los mosquitos, lo que más me molesta es su sonido.
-        Claro, por eso les llaman trompeteros.
-        Y no comprendo como, si viven de picar y sorber sangre, se delatan con ese zumbidito enervante. ¿No les basta con picar? ¿Han de ponerte además de los nervios?
-        El zumbido no tiene que ver con su alimentación, sino con su manera de anunciarse para buscar sexo.
-        Acabáramos. Ahora comprendo a esos adolescentes de mi barrio que se pasan el día dando por saco con las motitos esas del escape libre.
-        Gran comparación. Demuestra usted una gran intuición espiritual.

La indisciplina del voto

La inesperada indisciplina del votante ha movido ese tú y yo, sillón del bipartidismo. Algunos pasajeros desdeñan ese tren, con una locomotora en cada extremo, que, por idéntica dirección, les cambia alternativamente de sentido. Con vaivenes tan sobados, es difícil cambiar de sitio. Y, bastantes, están hastiados de tanto zarandeo.
Andan mirando si, con maquinistas nuevos, se olvidará el asunto. Pero me temo que lo denigrante son los viejos usos, el trayecto obligado, las paradas imprevistas, las vías muertas, las demoras, los abusos, las trampas. Y dudo de que, simplemente con jóvenes semblantes, vayan a conformarse esos usuarios tan escarmentados.

6 de julio de 2014

¿Para cuándo la mendicidad?

Palabras como pobre, mendigo y pordiosero no son sinónimas. Para empezar, pertenecer al primer grupo no requiere pedir. Mendigos y pordioseros piden. El mendigo pide limosna y el pordiosero la implora por Dios. En un país serio como el nuestro no se puede ignorar esta obviedad y no parece responsable que tales actividades no contribuyan a elevar nuestro PIB. Si ya hemos incorporado a él los ingresos por prostitución y drogas, a qué esperamos para incluir la mendicidad. Por favor, un poco de coherencia, seamos un país serio. La mendicidad es otra fuente de riqueza. ¿O es que estamos ciegos?

ABC de la justicia

No os empecinéis en la justicia. La justicia, igualitaria y rigurosa, es fuente de ciudadanos ofendidos. Porque de esta justicia, como idea, todos son partidarios, pero su aplicación individual a todos disgusta. Lo estamos viendo. Seamos realistas y adaptemos la justicia a cada cual, al rey lo del rey, y, del rey abajo, lo mismo con los demás.
Ya lo dijo Ulpiano, que veía venir las cosas: "La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho". Pues nada, que nos empeñamos en enmendarle la plana. ¡Qué calvario, mon Dieu! ¡Cuánto daño hizo la Revolución Francesa!

Cursos de verano

Ya no hay partido político sin su curso de verano. Todos ellos presentan algún líder joven. Olvidando la campanuda responsabilidad de estado, idílica característica del bipartidismo asentado, todos se han lanzado en tromba a la piscina estival de los proyectos. Quieren regenerarnos de sus propias vergüenzas. Al ciudadano le pillan por sorpresa esta legión de socorristas y casi le asustan. ¿Conseguirá este despliegue de celo alguna cosilla?
La idea se utilizó hace más de 30 años para reciclar a los profesionales de la educación y, al poco tiempo, las escuelas de verano pasaron de ser promocionadas a proscritas. ¡Menudo peligro!