30 de agosto de 2014

Adiós, agosto amarillo

Quebrada como algunas piedras quedó la vida de muchas personas por esos desarraigos prometedores a que obligó el perjuro progreso. En Bilbao, en Barcelona, en Madrid, o vaya usted a saber dónde, hubieron de buscarse un sucedáneo de la vida normal, que fue la que heredaron de sus padres.
Ahora reverdecen en sus pueblos durante esos agostos anuales en los que vuelven como cansadas aves migratorias y no es extraño escuchar frases como ésta:
-Ya lo tengo yo hablao con la mujer. En cuanto faltemos uno de los dos, yo me vengo al pueblo.