- Gracias –dijo ella.
- No corrían prisa –dijo él.
- Gracias de todos modos –respondió ella.
- Las que usted atesora –respondió él.
- Las que usted se merece –siguió la dama.
- Las que de sus encantos no desmerecen.
- Usted me halaga.
- Ni usted ni su figura lo precisan.
- ¡Ay, qué galante! ¡Cállese ya!
- Imposible, señora. Su físico me mueve a locuacidad.
- Tengo marido, sépalo usted.
- Qué Dios se lo conserve tan vigoroso.
- Y que a usted no le ciegue de los dos ojos.
- ¿Me ve usted tuerto acaso, preciosidad?
- No. Rijoso de ambos ojos, tío carcamal.
8 comentarios:
¡JAJAJAJAJAJAJA!
FELIZ DÍA PARA TI TAMBIÉN, AMIGO.
(aunque sea 14 de febrero)
Abrazo de lujo
hasta lo de tío carcamal, íbamos bien...
¡que desaboría!
bqñs,
Gracias. Igualmente, Insumisa.
Menos mal, Insumisa, que era la última palabra.
Bicos.
"Su físico me mueve a locuacidad". Qué piropo, Lan. A mí me dicen eso y me desmayo.
Un diálogo genial, incluido lo del "tío carcamal", que es como de opereta, o de sainete, algo así, ¿no?
Por cierto, linda la JPG. ¿Dónde es? Parece un escenario.
Lo cierto, Ángeles, es que suena como los diálogos de La Verbena de la Paloma. Pero, mujer, me salió así:
Castizo y zarzuelero. Y desfasado, claro.
Está en Bilbao, junto a la ría. Es una marquesina para los músicos, pequeñas represantaciones u otros actos.
En los pueblos los conocen coloquialmente como "el kiosko de los músicos". Bueno, en los pueblos, en el mío.
Son unas cosas un poco novecentistas pero por ahí andan, Insumisa.
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