Su moral y sus principios, que imaginaba iguales o semejantes a los de otros, estaban ya encallecidos de tantas veces como había pasado sobre ellos. Sin embargo, su compañera ocasional se debatía en esa lucha interna. Pero él sabía que si ella no eludía la ocasión no saldría de ella más que, por decirlo gráficamente, sin bragas. Y no es que él fuera un seductor, los hombres tendemos a engañarnos en ese sentido, era que ella tenía dentro su frágil contradicción frente al poder del deseo. Y, metidos en harina, era más difícil vencerlo que dominar la fuerza del mar.
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6 comentarios:
¿Es que el oleaje cantábrico acabó por dejarla en pelotas o es todo sólo una bella metáfora de la pasión?
Dudas, dudas y ninguna certeza…
Pues no sé, supongo que a cada uno le sugerirá una cosa. Yo tampoco puedo asegurarte nada. La duda ya es algo.
Gracias, Innocent bystander, por tu ocurrente comentario.
he tenido que leer el texto un par de veces para entenderlo (a mi manera, claro) y tengo que decirte que no me gusta esa visión del hombre depredador, como mujer que soy.
no me importa que un hombre me imagine sin bragas o que me desee sin ellas, lo que sí me importa es que algunos hombres no puedan imaginar ni querer ver otra cosa...
pero allá cada uno.
biquiños,
Nada que decir, Aldabra.
Bicos.
Ese dicho de "ya metidos en harina" no lo conocía. Por otra parte, si ella era solo una ocasional compañera, no creo que se haya debatido demasiado en lucha interna alguna.
"Juzgona" que es una...
Sí, si era la primera vez.
Pero, claro, una vez ya metidos en harina...
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