Desde que son de pago, las
autopistas de Portugal están semidesiertas. La gente sortea, como puede, los
puntos de control y, cuando no, circula por las vías de siempre. Los hosteleros
son amables, les gusta que te guste su comida, orgullosos, te enseñan sus
bodegas, te invitan a un oporto y te dan conversación a la antigua, sin prisas.
En sus mercadeos se elude el IVA y en otras actividades también, que cada uno
se defiende como puede.
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¿Cómo va lo del rescate?
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¿Ah, eso? Tendrán que hacernos otro antes de un año –dicen
indiferentes- Nos mientras buscámonos la vida.
6 comentarios:
Me encantan esas artimañas lusas, tan recónditas, tan pícaro-parsimoniosas.
Las fronteras desaparecidas(salvo esta semana. ¿Atisbos de represión cercana?)nos acercaron a ellos más todavía.
Me gustan estos lusos, al menos nos demostraron más de una vez su valor ante los "alzamientos".
Breves
Salud y Libertad.
Deica
¿y qué van a hacer?
¿es indiferencia o resignación?
biquiños,
A mí también, Beato.
Un saludo.
Creo que una mezcla de ambas cosas, Aldabra.
Bicos.
Supongo que habrás visto Lisboa Story, de Win Wenders.
Pues no. Lo siento, Ángeles.
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