La amplia y vieja autopista de la
corrupción, con su tráfico siempre tan fluido, corre pareja con las obras,
iniciadas hace un tiempo y en las que se trabaja a destajo, de una nueva
autopista: la de la explotación.
La mayoría de nosotros vamos a
transitar por la segunda vía para que los de siempre sigan, como los señores
que nunca han dejado ni dejarán de ser, transitando cómodamente por la suya. El
asunto es que nosotros, además de pagar todas las vías, pagaremos peaje por
nuestra propia explotación. Al parecer, así ha de funcionar el sistema para ser viable.
6 comentarios:
Y esto se pudo soportar un tiempo, más o menos largo; luego el Imperio Romano entró en clara decadencia...
Deica.
d;D´
Qué fino eres, Beato. No se te pasa por alto detalle alguno.
Saludos.
¡¡no mola nada!!
¡¡que depre!!
biquiños,
Vale, vale, Aldabra.
Date una vuelta por el Soros, que puede que el relato en que allí ando te resulte más entretenido.
Bicos.
tengo pensado leerlo pero lo imprimiré; no me gusta leer algo muy largo en el ordenador (soy un poco maniática, no se lo digas a nadie).
biquiños,
Gracias, Aldabra. Pero lee primero algún capítulo, no sea que no te vaya a gustar y desperdicies un montón de folios.
Bicos.
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