A veces abrir la boca sirve para desacreditarse
totalmente. Porque hay cosas que no deben producirse fuera de esas cuatro
paredes en las que nos sentimos libres y, a veces, ni ahí.
Don Alejandro, por ejemplo, que
es profesor de filosofía, director de instituto y concejal, se tiró un cuesco
en la última reunión de vecinos. Pero lo peor fue que, haciendo acopio de sus
reflejos de intelectual y de su cintura política, miró a la señora que tenía al
lado y, sin inmutarse, espetó a la concurrencia:
- Queridos convecinos, del pedo
de esta señora me hago cargo yo.
6 comentarios:
ja ja ja
se me viene a la cabeza una frase de Groucho Marx:
"es mejor permanecer callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente"
biquiños,
¡¿Donde está esa escultura maravillosa?!
A mí me recuerda a un bibliotecario que conocí.
Pomposo y anacrónico, pero muy agudo.
Sí, Aldabra. Así somos y así ocurre en la mayoría de los casos. Groucho tenía razón.
Bicos.
Pues es una escultura que alguien puso sobre la tapia de un chalet nuevo de una urbanización nueva en un barrio nuevo de Guadalajara. Se ve, Ángeles, que el propietario quería ver un símbolo antiguo entre tanta novedad o, tal vez, indicar que tras tanto progreso el diablo acecha siempre.
Saludos.
La frase, Zeltia, se la oí decir en otras circunstancias a un viejo amigo, catedrático, que utilizaba la pomposidad para hacer humor.
Por otro lado, es una imagen de lo que hacen con nosotros los políticos: hacernos víctimas de sus errores para luego, ellos mismos, redimirnos.
Publicar un comentario