Caminan contra las penas los
apenados, aguantan los defraudados, fingen los beneficiados, temen los
establecidos, protestan los engañados, argumentan a favor los bien pagados, y,
en este gran mercado, no hay argumento que no se justifique, ni razón que no se
razone, porque la publicidad, la propaganda y el mensaje se yuxtaponen y, como
es norma, triunfan si no dan la razón a unos ni a otros. La equidistancia, que
a unos no quita la razón y a otros no se la da, condena a todos. Pero unos
sucumben con razón y otros medran sin ella. Misterios de nuestra democracia.
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