Y muchos hombres, llegando al
final de sus vidas, se percatan de que la pasión que desarrollaron en ella
hubiera sido digna de mejores empresas, porque la corriente de la existencia
les ha dejado en playas desiertas a las que nunca pensaron llegar y en las que,
desolados, esperan el final de sus días. Y lo hacen viendo que los surcos del
mar que atravesaron ya nadie los recuerda, ni a ninguno interesan y dudando de
que siquiera a ellos les fueran de provecho los desvelos empleados en tales
travesías.
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