Pasan los años y a la piedra del
Pizorral le ha nacido liquen de colores y la tapó de blanco la nieve muchas
veces y la noche de enero la recubrió de hielo y las aguadas de la primavera la
empavonaron al amanecer de escarcha y el agua de los cúmulos negros la lavó y
el arroyo la tapó en sus avenidas y el sol del estío la templó en los agostos,
pero tengo la ilusión, algunas veces, de que el tiempo no podrá con ella,
aunque, mal enemigo, pueda algún día con nosotros.
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6 comentarios:
Lan, están a punto de cumplirse 27 años de esa efeméride. Espero que dentro de otro ciclo me lo puedas recordar. ¿Porqué no?
Hay un líquen amenazante que se acerca peligrosamente al Sánchez.
Y, pensándolo bien, quizá el Sánchez actual también tenga líquenes de colores, como el de piedra.
Son lindos estos aniversarios.
Felicidades.
Amigo Isidro:
Aunque no soy partidario de ponerle cotas a la Providencia, muchos me parecen otros 27 años. Pero gracias por tu optimismo y tus deseos.
Un abrazo.
Seguramente, Zeltia, ese tal Sánchez tenga líquenes, carcomas, hongos, goteras y un buen ramillete de alifafes variados, pero va tirando y eso no es poco.
Gracias.
Qué emocionantes son las cosas que permanecen, aunque sea con líquenes a cuestas y todo eso.
Lo de permanecer, Ángeles, es un verbo que siempre se nos queda grande.
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