Hay algunas frases sin principio
ni fin, tan falsas como ciertas, que no se cumplen pero que no dejan de
realizarse a cada instante. Frases con la misma vigencia hoy que hace mil años
y que seguirán valiendo dentro de otros mil. No hace falta mudar las palabras
para que algunas frases tengan movimiento constante, como si perennemente
estuvieran rodando. Sentencias que vaticinan el tsunami definitivo pero que predicen simplemente olas que mojan los pies a cada generación, una tras de otra. Y
solamente terminan siendo ciertas para cada persona, individualmente, en cada
nuevo e ineludible amanecer.
15 de mayo de 2014
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2 comentarios:
¿Por qué se empeñarán algunos en ponerle fecha de caducidad al mundo? Será para camuflar el miedo a su propia caducidad?
Esta entrada me ha parecido especialmente inspirada, y me encantan las metáforas.
Yo creo, Ángeles, que es porque a todos nos gusta inventar o descubrir, de vez en cuando, alguna frase lapidaria. Y, si da miedo, mejor.
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