Arreglaron la casa vieja de la
huerta. Y lo mismo que dieron libertad a los frutales, dejaron asomar la cara
al tapial viejo. Porque el pasado, con un revoque nuevo, cambia la identidad o
la destruye o regala otra sosa y sin sustancia. Maquillado el muro original de
blancura, se asusta al tiempo que, obstinado, queda siempre debajo sin poder
dar la cara. Pero aquí le dejaron respirar con su pulmón de barro. Y los
ladrillos toscos y las piedras de río sonrieron, sacudiéndose el blanco como un
perro garabito se sacude el barro al salir de una charca.
14 de mayo de 2014
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2 comentarios:
A las casas también les hacen liftings, les ponen bótox y las maquillan. Y a la vista está que el remozado casi nunca queda mejor que el aspecto natural.
PD: Me ha gustado eso del perro garabito :)
Es que, Ángeles, antes era rarísimo encontrar alguien que tuviera perros de pura raza. Así que todos los perros, cosa también diferente de ahora, que andaban libremente por las calles eran chuchos mestizos, garabitos o mil-leches. Perdonada sea mi mala boca.
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