La felicidad está rodeada de
alambradas. Puede que, además, sea sólo un deseo o una ilusión. Puede también
que, de existir, quepa en una caja de cerillas. O, tal vez, sea una carrera
inacabable de infinitos obstáculos. A lo mejor, nos empeñamos en sustituirla
por el dinero, por el poder, y, hasta los más resignados, por la salud y el
trabajo. Sin embargo, como asnos tras la zanahoria, todos pasamos la vida en
pos de su señuelo. Tan empeñados estamos con la felicidad, que algunos han
ideado otra vida donde conseguirla. Qué obsesión, qué brutos nos ponemos. Y a lo
tonto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Y lo peor es que cuando creen haberla alcanzado se les queda una sensación como de decir "Pues tampoco era para tanto".
Claro, Ángeles, la zanahoria de la vida. Ya te digo. :-)
hay quien sustituye esa palabra por "bienestar" "tranquilidad"... quizá el concepto de "felicidad" tampoco es el mismo para todos.
:)
incluso para quienes ya han perdido muchas esperanzas le baste con la ausencia de sufrimiento, tanto físico como emocional.
A veces hasta se puede envidiar al gato, no?
La felicidad se busca en cualquiera de sus formas, mientras que el sufrimiento se encuentra siempre, sin buscarlo, en formas que ni siguiera puede uno imaginarse.
Así que, por qué no envidiar a alguien a algo. La envidia se puede tener a las dosis que se deseen y a voluntad.
Un bico, Zeltia.
Publicar un comentario