Confiaban los ciudadanos en la
sempiterna sucesión de los días y las noches. Mas hubieron de desengañarse,
como de tantas cosas tenidas por evidentes e inmutables, cuando un día los
políticos les revelaron que no había noches, sino que la Tierra, al girar, les
sumía en lo que propiamente eran eclipses de sol autogenerados de duración
variable y que, por tanto, eran los ciudadanos los que, también en este caso,
como en tantos, estaban confundidos y ofuscados. Y es que lo real es tan etéreo
que no está, estará ni estuvo nunca, más que al alcance de algunos seres
superiores.
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4 comentarios:
Eso es lo que siempre promulgó la Iglesia, y ellos, claro
[Posiblemente sea así la realidad, parece no haber otra]
Gracias por tu comentario, Anónimo. Pero da la impresión de que la realidad, sea cual sea, pudiera ser cambiada por esas palabras que tanto nos distraen.
Saludos.
No solo es que los ciudadanos están confundidos y ofuscados, sino que además tienen la culpa.
Pagamos sus culpas, que es peor.
Saludos, Ángeles.
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