Los lugares donde sólo queda el
paisaje son desiertos. Quien los conoció habitados los mira con recelo, sabe
que son las bambalinas de un escenario abandonado y vacío de actores. Teme que
los últimos moradores, viejos conocidos, aparezcan por donde solían y le animen
a desvanecerse como ellos. Es consciente de que la memoria es también una
llamada a los espectros y que aquéllos podrían responder y que, si no hay
testimonios que lo avalen, es porque el añorante nunca regresó. La evocación
puede rumiar en su poderoso abomaso a quienes sin precaución la concitan. Os lo
advierto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Es tal como dices.
Yo lo sentía así.
Ahora ya no.
Ya no evoco a mis espectros.
Ahora el espectro soy yo.
Gracias, Toro Salvaje.
Es la primera vez que recibo un comentario de un espectro.
Normalmente soy muy agradecido con las personas pero, con un espectro, creo que debo serlo aún más, pues ni siquiera sé si tenéis tiempo libre o lo de ser espectro requiere dedicación absoluta y te has escaqueado del espectrismo por un rato para mandar cuatro letras.
Saludos.
Publicar un comentario