Las atochas son más conocidas
como espartos y hasta hay quien les dice berceos. Ilustre apellido, como veis
pegado a la tierra, de uno de los fundadores de la lengua castellana en tiempos
del Mester de Clerecía.
Un antepasado mío fue espartero,
no era el general. Y uno de sus trabajos era recoger atochas para hacer suelas de
alpargatas, sogas, estropajos y otros aditamentos propios de las tecnologías de
su tiempo. Los barrancos de esparto se alquilaban y mi antepasado llegó a ser
denunciado por coger atochas de barrancos ajenos. Algo así como robar hoy los
secretos de Silicon Valley.
2 comentarios:
Hacía tiempo que no me acordaba yo de don Gonzalo.
Qué interesante el paralelismo has hecho entre el barranco del esparto y el valle del silicio. Al fin y al cabo, todo es producto de la tierra :)
Y cuántos usos y secretos que de la tierra conocíamos se habrán perdido ya, quizás, para siempre.
Saludos, Ángeles.
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