El almendro es el alférez de la
primavera. Aunque las hirsutas aliagas quieren quitarle la primacía del color
algunos años, pocos lo logran. Las pertinaces aulagas intentan amarillear,
desde cada febrero, las laderas. Pero la bandera blanca del almendro comunica
alegría y la gualda de la modesta aliaga es menos luminosa. El almendro, a más
de en las laderas, se extiende por doquier y su flor cuaja espesa, en cuatro
días, rebosando las ramas. Y, al caminante, al ver la pujanza del almendro, le
llena la felicidad y le nace por dentro la ilusión de empezar otro ciclo de
vida.
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6 comentarios:
:El alférez siempre es provisional aunque las aulagas se hagan las tenientes del puesto
Y )las foráneas mimosas milicianas clandestinas
Lo cierto, amigo anónimo, es que sólo en el campo siento sensaciones de felicidad algunas veces. Sin ningún fundamento, lo reconozco, pero así es.
Los abanderados de la primavera pugnan entre sí con sus colores, los días se templan y uno, en la soledad, del campo se siente acompañado por tan pacífica y amigable tropa.
Gracias por tu comentario.
¿Tú conoces ese dicho que dice
"Como soy del campo, aquí me zampo"? (siendo aquí el verbo zampar sinónimo -o algo así- de plantarse o colocarse en algún sitio).
No sólo conozco el dicho, sino también el verbo. E incluso algún otro verbo que no viene en los diccionarios pero que, usarse, se usa. Por ejemplo: el verbo "ahivar".
¡Qué ahives de ahí te digo!
Así que me ahivo de aquí mandándote un saludo, Ángeles.
Es verdad que da mucha alegría ese primer florecimiento. Y no por repetido deja de alegrar.
Gracias, Dora. Aunque cada uno de nosotros seamos cada año uno más viejos, la naturaleza nos anima porque todo nace de nuevo cada año.
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