Era una iglesia románica de esas con bello pórtico, sustentado sobre media docena de arcos sujetados por columnas, que guarece de las inclemencias la puerta principal. Dos feligreses de espaldas al mosén, que estaba en la puerta, se quejaban de lo gordísimos que estaban y de lo difícil que les era perder peso por su afición a la buena mesa y quizás, confesaban, por el vicio pecaminoso de la gula. Intervino el mosén que estaba más gordo aún y, dándose por aludido, les dijo:
- No os mortifiquéis, hermanos, que no engorda el mucho comer sino el poco pecar.
- No os mortifiquéis, hermanos, que no engorda el mucho comer sino el poco pecar.
4 comentarios:
¡Ja!
"El poco pecar"... mea culpa... peco cada que puedo. Jajajaja
Besos
Seguro entonces que te mantienes en tu peso. El abandono del pecado nos trae siempre consecuencias indeseadas. Perservera, no pierdas los hábitos saludables, que la salud es lo primero... me harto de decirlo.
Besos.
Y yo pensando en acudir al acupuntor para bajar peso,pero amigo ¿cómo no me has pasado antes esta receta?
Saluditos al mosén
No sé, te debía ver ya muy predispuesta. ;-)
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