Sigue Guarda la vieja, ahora
rodeada de autovías, con la misma capa de hace treinta años, arrastrando su
fama de falsa, fea y fría, con sus palacios, su barrio viejo, su judería, sus
soportales frente a la mole de la catedral y su tono de melancolía encapotada.
Han medrado los restaurantes pequeños en la parte vieja y cerró el Hotel
Turismo donde solía parar, cuando pasaba, Saramago. El establecimiento, con un
sabor antiguo, señorial y serio, que le cuadraba al escritor, candó sus puertas
casi al tiempo que, definitivamente, él cerrara los ojos. Portugal, siempre un
plus de tristeza.
2 de mayo de 2012
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2 comentarios:
sí, coincido contigo en esa tristeza melancólica portuguesa...
Portugal me parece hermoso, sencillo y resignado...
creo que todavía gozan sus ciudadanos de más desigualdad entre ellos...
pero me gustan sus calles añejas y su buen vino.
biquiños,
En todo lo que dices coincidimos, Aldabra.
Bicos.
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