Por pensar tan fuertemente en ti,
te desperté.
Desde ahora acostumbraré a mi
cabeza a caminar con la levedad de un gato de algodón, silenciaré el bullir del
pensamiento con alas de murciélago, envolveré la matraca de mis ideas en pelo
de caramelo y seda de melocotón. Rodearé con una tela gruesa y bien atada la
espiga de la campana de espuma de mis miedos. Pondré sordina de merengue a mi
memoria. Acolcharé con doble alfombra de plumón el roce de las pisadas de mi
aliento. Y adquiriré en la mirada el poder de sedarte con el sueño.
2 comentarios:
Pocas cosas tan dulces y suaves se han leído en el mundo.
Eres muy amable, Ángeles.
Muchas gracias.
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