El último día de cada año
suscita, especialmente a determinadas edades, la idea, ya imposible, de realizar lo que en su
momento no se hizo. Sin embargo, lleva también a entender cosas que, ni las
circunstancias ni los hechos, te permitieron comprender en su momento. Así, el
tiempo convierte las conciencias en balanzas equilibradas entre lo que deseaste
hacer y no hiciste, y entre lo que ignorabas y ahora entiendes. Es el arqueo
anual de las cuentas personales entre la pasividad ante los hechos y el entendimiento
de los mismos. Por eso los nudos de la vida suelen ser gordianos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Interesante equilibrio, sí. No todo va a ser negativo en lo de cumplir años (que no es lo mismo que envejecer).
Pero mira lo que dijo Mary Ann Evans, alias George Eliot: "Nunca es tarde para ser lo que podrías haber sido".
Y yo lo creo.
Siendo realistas, claro.
La frase es bonita pero, tal vez, un poco decepcionante en una mujer que tuvo que adoptar un nombre de varón para que le hicieran caso.
Saludos, Ángeles. Recordaré la frase.
Publicar un comentario