El estado de la nación es algo
etéreo que aletea entre cifras que nos interpretan. Además del tinglado
político, cualquiera ve evidencias atroces. Pero eso, ¿qué mérito tiene? Hemos
de creer en lo invisible. Creer es eso. Tozudamente, nos empeñamos en ver negro
lo negro y así, con tales certidumbres, jamás mereceremos el maná de la cosa
macroeconómica. Vagaremos por los desiertos de la realidad sin entender las
directrices que llevan al paraíso del bienestar y la bonanza. Con la política
externalizada sin ruido, nos mecen en la cuna económica las manos de unos
cuantos talentos creativos. Y dormimos. Benditos.
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2 comentarios:
Ah, pues a lo mejor ese es el problema: que va todo divinamente pero no lo comprendemos.
Si es que la ignorancia es muy mala.
Exacto, Ángeles. Nuestras mentes no están capacitadas para comprender el bien que se nos hace.
Saludos.
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