Ni me gustan estas iglesias, ni
estos curas. Estoy acostumbrada a iglesias antiguas, con torre y campanas, como
la de mi pueblo. Me gustan los curas con sotana, leyendo el breviario o
cavilando sobre las cosas santas plaza arriba y abajo con las manos atrás. ¡Cómo
van a gustarme estos garajes, sin un Crucificado en condiciones, sin pinturas,
santos, vírgenes, ni órgano y donde, sin sagrario, ponen al Señor en una caja
de zapatos que ni siquiera es dorada! No
me pueden gustar. Es más, en estas iglesias, se le quitan a una hasta las ganas de creer en
Dios.
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2 comentarios:
Tiene razón la señora: es que la parafernalia también tiene su importancia, sobre todo en las cosas de la fe.
A todo lo etéreo hemos de darle formas simbólicas, porque la fe sin símbolos es como una palanca sin punto de apoyo. Luego ya, si eso, podemos mover montañas. ;-)
Gracias por tus comentarios, Ángeles.
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