Anduve por el campo de perfiles
perennes pensando en tropezar, a falta de nuevos horizontes, con esa silueta
interior que, a fuerza de arañar pacientemente el pensamiento, dicen que se
descubre. Pero nada. Pensé hasta en decorarme con un nuevo interiorismo vital que me facilitara
la posibilidad de amarme intensamente que, según dicen, es cosa imprescindible y
trascendente. Y hasta ponderaba ya sobre la audaz posibilidad de reinventarme, que
es tendencia, cuando descubrí aquel tocón desnudo con sus pliegues. Hice una
foto y, dejando de lado las banales e interesantes sutilezas modernas, me marché
como vine: caminando como un ser corrientito.
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2 comentarios:
Aurea mediocritas, que algunos se empeñan en que es mala.
Instalado estoy en ella.
Saludos, Ángeles.
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