La primavera es lo opuesto a lo
que antes vendían los poetas y, ahora, El Corte Inglés. Nada hay de la bonanza
soleada y fresca, nada de templados y serenos días azules con piar de pajaritos
y arrullo de palomas. Al contrario: tormentas violentas, vientos cambiantes,
aguaceros, temperaturas locas, confusión en la cúpula del cielo, nubes negras
con nervios de electricidad en las entrañas, destemplanza y brusquedad. Los
poetas describen sólo algunos intervalos estables, y dan a esta estación muy
buena fama, pero la primavera es la adolescencia del año y su meteorología es imprevisible,
caprichosa, desequilibrada, contradictoria y turbulenta.
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2 comentarios:
Una comparación fantabulosa, Lan.
Y fantasmática, por la cosa del polen, Ángeles.
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