Cuando se levantó y apenas notó
los efectos de la resaca, se encontró con fuerzas para el cambio. Decidió no aplacar sus nervios con la
violencia habitual. Cancelaría la partida. Apagó la pantalla del ordenador
donde los malvados nazis y sus engendros del “Return to castle Wolfenstein” le
esperaban.
Conectó la tele justo tras el
penalti: ¡Marcaaaaaaa Españaaaaaaa!
Luego vinieron los cinco goles de
los otrora nuestros Países Bajos. Su ilusión por el cambio se frustró y volvió
al refugio de Wolfenstein.
Si caíamos ante Chile, caeríamos ante
un país hermano y no ante un promotor de la Leyenda Negra.
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