A un lado están ellos. Al otro,
el abismo, el caos, la tensión, la pobreza, el suicidio económico, aún más
punible y pecaminoso que el suicidio físico, porque nos llevaría a la expulsión
del europaraíso, cuyos teutones ángeles guardianes nos arrojarían de inmediato
al ominoso averno de la nada. Y eso nos pasará si usamos la democracia con
libertinaje, si desoímos a sus verdaderos guardianes, si no usamos la libertad
como la economía manda, si osamos sentirnos protagonistas de nuestro destino.
Porque, sabedlo de una vez, la mejor decisión en una democracia responsable
sería, hoy, la de prescindir de ella.
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3 comentarios:
Tal vez no se tanto de prescindir, como de depurarla después de que haya sido mancillada una y mil veces...
Abrazotes.
Se trate de prescindir... quería decir.
Claro, Borja, pero, a veces, parece que lo que algunos desean es que sólo queden, de la democracia, las apariencias.
Gracias por tu comentario.
Un abrazo.
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