La noche de enero le dejó al día
pies de hielo. Y el zarzagán prendió la llama gélida del aire, transparente como
la de un soplete. Su soflama helada y persistente fundía los ojos, soldaba los
dedos y soasaba las mejillas.
Barzoneaba lentamente. Únicamente
la voluntad galvanizaba sus músculos, sacando fuerza del combustible secreto
que esconde la mente. Ansiaba que el sol terminara de salir y coloreara de
calor el día. La cabeza quería encontrar un artificio que pusiera alas a las
piernas. Quería huir, pero siguió adelante, con la certeza de que la poesía le
pisaba los talones.
4 comentarios:
zarzagán
Barzoneaba
Esas palabras van al diccionario y "galvanizar" no lo había escuchado refiriéndose al ánimo. Y me gusta en ese contexto e incluso para usarla como imagen y construir una metáfora. Me la quedo.
Pues galvanizar también puede significar provocar movimientos en un animal por medio de corrientes eléctricas que, en este caso, envía el ánimo al músculo. El corazón también funciona por corrientes eléctricas.
Pero, qué más da, el caso es que te gustó. :-)
Me alegro.
Saludos.
La poesía le pisaba los talones, desde luego, y la aliteración aleteaba a su lado.
Pero se ve que la poesía no llegó a alcanzarle o le pasó por encima y no se enteró, del frío que tenía. Llevas razón, Ángeles, la aliteración le tenía alicortado. :-)
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