Alguien, en un roquedo sobre la
depresión del Henares, ha construido un mirador. Todo material de vertedero: maderas,
tejas, mosaicos, azulejos, ladrillos, ferralla y quincallería abandonada. Lo
descubrí un día brumoso.
Subo a menudo y, quizás, un día
localice al desinteresado arquitecto de lo abandonado y pueda hablarle. Puede,
también, que jamás sepa de él y que las razones de su obra permanezcan tan
ocultas para mí, como para él mi admiración y mi sorpresa. Pero la impresión de
su obra surgiendo del breñal, delicada y anónima, iluminó, con un haz de
ilusión, aquella mañana yerma de niebla escupidora.
2 comentarios:
El impulso de crear y hacer es inherente al hombre. Algunos lo resisten o lo tienen adormecido, otros no lo pueden acallar.
Esta muestra es sorprendente, y tu texto inspirador.
Así que, Ángeles, seguramente por eso algunos no paramos de escribir. Pero, he de reconocer, que esto de darle a la tecla es más descansado que subir todos esos materiales a tal paraje.
Es cierto que también subo allí, pero sólo tirando de mi cuerpo, sin otras sobrecargas. Y ya me vale. La cuesta tiene un buen sofocón.
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