Si escribes, tendrás compañía de
por vida. Si lees, también la tendrás, pero adquiriéndola.
Los lectores asiduos y
empedernidos, reconozcámoslo abiertamente, son unos viciosos, unos dependientes
de ajenas compañías mercenarias.
Ser productor de esa droga legal,
que se difunde en letra impresa, hace a los escritores gente formal y responsable, al
menos interiormente; mientras que los lectores se venden a quien sea, son unos
promiscuos que, en su desesperado mono, consiguen y consumen esa droga sin
reparar en medios.
No os fiéis de las editoriales,
están metidas en el ajo. En Internet, hasta ahora, se suministran lecturas directamente
al lectodependiente.
10 comentarios:
Yo antes lo era, hoy ya no.
Saludos
Gracias, Chaly Vera, por pasarte por aquí. Y también por dejar este comentario.
Saludos.
Y para colmo de males, recientemenete se ha descubierto que la traducción es una enfermedad. Así que yo, lo mire por donde lo mire, estoy perdida.
Y tú también, reconócelo.
Lan, desde que desayunas galletas maría o te las fumas, tus fontanelas descubren una a una la letra que con sangre entra en vena te hará llorar.
Desde hoy me retiro a un pajar y dejo la lectura, prefiero ser oyente que es menos cansado, da sueño y que me cuenten un cuento
No sé cómo no te habías dado cuenta, Ángeles. Los traductores son de lo peor, pues ponen al alcance de los nativos de cada país drogas foráneas que, hasta que no intervienen estos recalcitrantes traficantes, no estaban, afortunadamente, a su alcance. Eso que lo sepas.
Sí, estoy también algo tocado, pero mi enfermedad poco importa, porque está en una fase de delirio irreversible del que todos huyen y que, por tanto, no se considera cosa de alarma social.
Me gusta, buen Anónimo, que, como los niños, regreses a los cuentos porque las almas cándidas hemos gustado siempre de ellos, especialmente a la hora de dormir. Y, a los cuentistas, vernos dormiditos es lo que más les gusta.
Saludos.
Lo que sí hizo internet es que esos adictos de los que hablas, se vuelvan de probar mucho y variado y gratis. Aunque esto último ya no tanto. Pequeños "petiscos" para ir matando el hambre.
¿Existe "petisco" en gallego?
Creía que era palabra exclusiva de nuestra lengua hermana portuguesa. Claro que, los gallegos, estáis más cerca de ella que nosotros, los de las mesetas.
Bicos, Zeltia.
Jajaja, me ha divertido mucho tu escrito.
Un abrazo.
Me alegro, Sara O., porque tanto la lectura como la escritura fomentan el sentido del humor.
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