Las historias que otros
escribieron o contaron me han hecho lo que soy. No importaba si aquellos
relatos eran ciertos o no, pues la fe del que oye o lee no le son necesarias a
ningún narrador. Tampoco los autores importan en las obras pues, si alguna
queda, aquéllos desaparecen siempre. Así que al que lee o escucha poco le
importan nombres ni certezas. Y es la luz que desprenden las palabras la que
ilumina nuestras mentes y, a veces, las contagia y enciende. Luces que ya
brillaban antes de que naciéramos y quedarán encendidas después de que
muramos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
Pues eso que tú ya sabes: ars longa, vita brevis.
Eres peor que algunos de mis personajes cuando se lían a tirarse latinajos.
Menos mal que éste es muy facilito.
Un abrazo, Ángeles.
"Las historias que otros escribieron o contaron me han hecho lo que soy."
Totalmente de acuerdo con tu frase, todas esas historias que he ido leyendo, viviendo, escuchando, viendo.. a lo largo de los años me han hecho ser como soy, me ha gustado leerlo porque así lo pienso.
Un saludo
Algunas veces, Conxita, en las letras de otros encontramos los pensamientos propios.
Gracias y saludos.
“Nosotros somos como enanos aupados a hombros de gigantes”
lo que nosotros conseguimos, es gracias a las obras de los que nos precedieron.
La frase se atribuye a Bernardo de Chartres, creo, aunque luego la han dicho algunos más e, incluso, la idea se ha usado en alguna película de ficción.
Pero, empezando por la vida, todo se lo debemos a los que nos precedieron.
Claro que mucha gente no ha hecho jamás caso de eso y, a lo peor, esa es la causa de que cada vez seamos menos listos. Eso explicaría muchas cosas. :-)
Gracias, Zeltia
Publicar un comentario