Mientras España reclama una
homogeneización mayor en la política y en la economía europea, nuestras
Comunidades Autónomas profundizan cada día más en sus singularidades.
Los británicos, fundadores del
capitalismo, se resisten a verse desbordados por su última gran consecuencia:
la globalización. Recobran sus fronteras. Como solía, el continente vuelve a
quedarse aislado: “Brexit”. Aún creen que “Britannia rules the waves”, como
ellos dicen.
La gran presión de Europa contra
el disidente griego para que, si fuese necesario, saliese de Europa, contrasta
con la gran condescendencia frente al socio británico que, pese a todo, se ha
ido.
Algo falla.