30 de marzo de 2012

Cada uno a lo suyo (Educación en valores)


En la época de Franco todos nos sentíamos inermes ante una huelga, ninguno se atrevía a hacerla por libre, necesitábamos unirnos para vencer el miedo, vincularnos unos a otros por lo que pudiera pasar. Y así, entre temores, angustia y represalias, se fueron consiguiendo cosas pequeñas y, luego, cada vez con más libertad, se fueron consiguiendo otras nuevas. Y en aquellos años pensábamos que juntos podíamos llegar a cualquier lado, que juntos podríamos existir. Hoy, sin aquellas trabas vergonzosas, asisto atónito a lo que no esperaba ver. Y, desvinculados entre nosotros, más potente que el miedo, nos vence el egoísmo.

28 de marzo de 2012

¿Solidaridad? Pero qué me estás contando


Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, según la Constitución. Pero qué ocurre, si debiendo y queriendo trabajar, no tienen trabajo. ¿Quién vela por que cumplan con su deber y ejerzan su derecho? ¿Se podría decir de los poderes públicos que incumplen la Constitución? Probablemente. Pero, claro, a estas alturas, eso sería como llamar cursi a Anne Igartiburu. Una obviedad.
¿Y qué decir de los que proclaman solemnemente su derecho al trabajo precisamente el día de una huelga general? ¿Son insolidarios? Probablemente sí, pero eso sería como llamar innoble a Judas. Otra evidencia.

26 de marzo de 2012

Un poquito de humildad


-        Oye, qué temperamento, qué tía más ardiente, qué fiera, qué jadeos, qué chillidos, qué entrega, qué escándalo…
-        Qué payaso que eres, tonto los… ¡Tontilán! Que no tienes ni puta idea del mujerío. Eso lo hizo pa que acabaras cuanto antes, so mastuerzo; pa que la dejaras en paz, so zascandil; pa que te largaras con viento fresco, so fantasma.
-        Amos, ¡no me jodas!, incapaz sería yo.
-        Tú y cualquier hombre, que la furia se nos va por la espita. ¡No saben na las tías! ¡Tonto el higo! ¡Pues no es sabia ni na la puta Naturaleza! ¡Veste por ahí, sietemachos!

25 de marzo de 2012

Como un pajarico


-        No sabe usted con qué esmero procuró cada día, en su trabajo, evitar cualquier dolor innecesario. Nadie, que no le conociera, podría imaginar su obsesión por evitar el sufrimiento. ¡Qué manos, Dios mío!, ¡qué habilidad extraordinaria!, con qué desenvoltura desempeñaba su oficio. Sin un titubeo despachaba los casos más extremos en cosa de segundos y sin un ruido, siquiera gutural, que evidenciara una angustia, por mínima que fuera, en el sujeto objeto de su arte. Pero hoy, adornado con esa misma discreción, se nos ha ido. Talmente igual que un pajarico.
-        ¡Lástima de galeno!
-        Quia, hombre, si era el matarife.

Camaleona


¡Papo, qué vicio cogí! ¡Cómo me engolosiné! Y es que no paraba. Ya lo decía el tío Canano: “Afloja un poco, chacho. A ver si te nos vas a encanijar.” Pero yo, que nada, anda que menuda fijación que yo tenía. Y qué vergüenza cuando tuve que enseñarle mis partes al médico del pueblo. Y él, que se percató: “No penes, galán, que esto es de hombres.” Y, pasada la primera vez, eso me animaba. Lo que me faltaba, además de aquella tía tan camaleona.
-        ¿Es que te engañaba?
-        ¿Estás tonto? Cama, leona. ¡Huy qué cultura tenéis en tu pueblo!

24 de marzo de 2012

Rita está disponible


Este texto me ha llegado como título de un mensaje de correo no solicitado. Y me he preguntado quién será Rita y desde cuándo estará disponible y también, claro, para qué estará disponible y si su disposición será permanente o transitoria o según y conforme. Luego he recordado los dichos “eso lo va a hacer Rita La Cantaora” o “eso díselo a Rita La Cantaora” y he dado en pensar que también aquélla debía estar disponible de continuo.
Pero, claro, sabiendo a Rita disponible, he pasado la mañana sin poder concentrarme ni estar en mí, vamos, desatalentadito. Tonto negarlo.

Última compañía

Acariciando a la perreja chica le he recordado sentado en su sillón. La diabetes le había comido la visión, y el estómago, en otros tiempos su dictador siempre ambicioso, le hacía vomitar frecuentemente y apenas se dejaba ya regar por leche aguada. Su boca no aceptaba siquiera la gastada dentadura. Se la extrajo pero, el gozquecillo que dormitaba en su regazo, se la arrebató juguetón y huyó con ella. Corrí tras él, mientras el viejo, temiendo mi ira, se rebulló entre los pliegues de la muerte sólo para implorarme:
- No le regañes. Que no se vaya. Es mi compañía.

23 de marzo de 2012

Ley de Transparencia (a buenas horas)

Caminando por la ciudad, iba desprendiéndose de la ropa hasta que quedó desnudo. Un coche con sirena con dos municipales le interceptó.
-        ¿Está usted enfermo?
-        ¿Por qué había de estarlo?
-        Porque va usted desnudo.
-        Es que no quiero ropa.
-        ¿Dónde vive usted?
-        Me quitó el piso el banco.
-        ¿A qué se dedica?
-        Me echaron del trabajo.
-        Pues le vamos a tener que detener.
-        Bueno, tampoco iba a ninguna parte.
-        ¿Es que no le da vergüenza?
-        Sí. Pero no se lo digan a nadie.
-        ¿Qué pretende usted yendo sin ropa?
-        Lo que pide el gobierno: mostrar mi total transparencia.

¡Cómo me corrompen!


Casi ninguna corrupción está penada ni es ilegal. Porque la corrupción se ha hecho costumbre y, cuando eso pasa, parece normal. ¿No es corromper el pervertir y alterar la naturaleza de las cosas? ¿Y no es eso lo que hacen quienes nos dirigen? ¿No alteran con sus medias verdades o con sus verdades parciales la realidad que la mayor parte de la gente percibimos casi exclusivamente por los medios de comunicación? La corrupción de la realidad por medio de la del lenguaje está instalada entre nosotros. Y esa profunda perversión, que afecta a las ideas, la damos por buena.

15 de marzo de 2012

El buraco


¿Quién no imaginó alguna vez que observaría la vida desde un buraco, que llegaría un tiempo en que viviría ajeno a todo, agarimosamente cobijado en la cueva de su yo insignificante -que es un lugar que sólo existe, y aún así hay que buscarlo, en nuestros interiores-, y sentiría la inusual seguridad que da un ánimo sorprendentemente sereno e inmutable, y se recrearía mirando con curiosidad el mundo desde su cobijo imperceptible, y se contaría a sí mismo el cuento imparcial de lo que ocurre, pero sintiéndose, bañado por música de agua, a salvo de todos y de todo?

Ya te digo

Soy muy cobarde. Por eso le dije a mi madre que no quería nacer en la guerra. Ella lo entendió. Me acostumbré a que me hiciera caso y, después, le dije que quería nacer cuando hubiera libertad. Ahí ya, mi madre, se infló un poco:
-        Mira, ¡déjate de gandingas! –dijo, poniéndose en jarras- Vas a nacer y se ha terminao, ¡pero qué ínfulas!
Por primera vez no consideraron mi opinión. Y, claro, nací pero me disgusté. Sin embargo, pronto descubrí que ese ninguneo sería mi sino, y que la vida era un camelo y una desconsideración ya desde el principio.

14 de marzo de 2012

El huerto del loco

Está en el suelo estéril de la cerrada de una taina derruida. No tiene agua. Se accede a él por un senderín de conejos, entre pirliteros y aliagas, que va en dirección a los Blanquiares, unas viejas escorrentías de asperón en un barranco entre el Palabrero y el Hocino. Es, a la vez que huerto, un museo perdido y esperpéntico de cuanto pueda donar un vertedero: cajas, latas, botellas, botes, colchones, aparatos, muñecos, palos, mangos, ladrillos, azulejos, cubos, jaulas, trapos, cuerdas y todo tipo de cosas desechadas. Un viejo lo organiza y sube a mano el agua, a garrafones.

El museo de Galo

El viejo es un ocupa del campo. Lo tiene parcelado en minúsculos trocitos con unos pocos surcos. Cada pedacito tiene su cerca, sus palitos, su siembra en terreno robado al herbazal y, cómo no, sus ángeles custodios que lo guardan y velan porque medre. Fuera de estas parcelillas esmeradas prospera el campo inculto, las latas que yacen junto al sitio donde echaron el agua, las botas viejas de pies amortajados, las ropillas ajadas que enviudaron de cuerpos, las lámparas sin luz, las jaulas sin jilgueros… Y el viejo Galo continúa, como un Dalí rural y abandonado, depositando allí sus desconocidos pensamientos.

12 de marzo de 2012

El mal presagio


Amilanado por estos tiempos en los que todo se contrae, me siento lentamente trasportado de nuevo a mi infancia. Una infancia con aroma a provincia gris, seca y polvorienta, con barrios miserables, niños mal vestidos, hombres prematuramente viejos, mujeres destartaladas que chillaban su desesperación y abundantes pordioseros. Pero sólo me parece que esto pueda ser verdad cuando también de mi mente se adueña el sentimiento naciente de injusticia, de impunidad, de oportunismo, de recelo, de represión, de miedo… Y veo renacer cada día estos sentimientos y les veo llegar, unos tras de otros, como cuervos ansiosos de hacer nido.

11 de marzo de 2012

Violencias estructurales


Si el aborto puede considerarse una violencia de género estructural contra la mujer por el mero hecho del embarazo, ¿no podría decirse de la pobreza que es una violencia estructural contra las personas por el mero hecho de no tener dinero?
Si el aborto no es un derecho, sino un fracaso, ¿no podría decirse lo mismo de la pobreza?
Estoy seguro de que las personas que piensan así del aborto, opinan igual de la pobreza. Y, seguramente, por eso, claro, quieren prohibir el aborto y la mendicidad. Y así nos liberan a todos de dos lacras. ¡Qué almas tan nobles!

Los creativos

Siendo el primer país de Europa en fuerza laboral latente, lograremos progresivamente emolumentos crecientemente adaptados a la competitividad menos liberadora, primaremos negativamente cualquier indicio de absentismo, penalizaremos la enfermedad con el objetivo de prolongar la vida laboral de nuestros trabajadores, y nuestras clases dirigentes, sin perder su tradicional capacidad discrecional, focalizarán su diligencia en repartir las tasas generadoras de antiriqueza. Aprobaremos presupuestos negativos, crearemos sueldos y retiros inversos, incrementaremos las pensiones honorarias, invertiremos en el derecho a la vida de los que no existen y dejaremos libertad peatonal controlada a los demás. Y la mendicidad y la pobreza, prohibidas claro.

7 de marzo de 2012

Redefinición solidaria de la democracia: Jódete.


Mis padres no podían arreglar nada y, por eso, paradójicamente me pegaban. Cuando protestaba ante lo injusto, me pegaban por mi bien y me decían que a ellos les dolía más. Tenían que reprimir mis arrebatos porque éstos, que en el hogar podían asumirse, no serían más que un estorbo para mi vida venidera, una vida que debía basarse en la sumisión que ellos ya tenían asumida. Me abriría camino cumpliendo todos los deberes y no reclamando ningún derecho, confiando en que mis superiores apreciarían mi voluntad de colaboración y así progresaría en la vida. Y a eso volvemos. Sí.

6 de marzo de 2012

Autoayuda


Nada es imposible. Lo dice el manual de autoayuda. Somos nosotros mismos los que nos ponemos trabas mentales. Todo puede conseguirse. Hay que desearlo con la suficiente intensidad. No hay nada que se oponga entre nuestro objetivo y nuestro deseo.
-        ¿Qué quieres ser?
-        Rico.
-        ¿Qué harías para conseguirlo?
-        Cualquier cosa.
-        Entonces, ¿qué haces, por qué no empiezas ya a robar y a matar si es necesario?
-        Porque la ética y mi religión me lo impiden.
-        Lo ves. Si es que no ponéis más que pegas y excusas. ¡Hatajo de fracasados! ¡Pusilánimes! ¡Inanes! ¡Chusma! ¡Así no hay autoayuda que valga! ¡Joder!

4 de marzo de 2012

Los innombrables


Supongo que muchos amamos a alguna persona terrible. Lo sabemos y, sin embargo, hay en ellas algo que nos atrae. E incluso somos capaces de defenderlas, para extrañeza de otros, conociendo sus desvaríos. Me pregunto qué será lo que vemos en ellas que no ven los otros. Creo que todos tenemos, medio oculto, a un maldito o maldita protegido. Ignoro si es una bondad ejercida voluntariamente o una coincidencia aleatoria o, tal vez, sea algo en el sujeto que, sin identificarlo, nos deslumbre. Debe ser que los ángeles del mal, sobre todo los del mal, tienen un atractivo más selectivo.

La na en tres platos


No puedo remediarlo: me descompone la nueva cocina. No comprendo por qué tiramos por la borda la experiencia de siglos cocinando, la de nuestras madres y nuestras abuelas. Hoy todo son nombres largísimos para platos brevísimos, nombres rimbombantes repletos de términos extranjeros, nombres que de no haber caído, como hemos, en el esnobismo más idiotizante, nos sonarían ridículos y serían motivo de burla. Eso sí, la cómplice publicidad que avala esos engendros, da alas a sus sesudos creadores para cobrarnos por cada simulacro de plato lo que quieren.
Y siempre la frase inicial:
- ¿Tienen reserva?
- Y ustedes, ¿tienen vergüenza?