31 de diciembre de 2013

Nudos gordianos

El último día de cada año suscita, especialmente a determinadas edades, la idea,  ya imposible, de realizar lo que en su momento no se hizo. Sin embargo, lleva también a entender cosas que, ni las circunstancias ni los hechos, te permitieron comprender en su momento. Así, el tiempo convierte las conciencias en balanzas equilibradas entre lo que deseaste hacer y no hiciste, y entre lo que ignorabas y ahora entiendes. Es el arqueo anual de las cuentas personales entre la pasividad ante los hechos y el entendimiento de los mismos. Por eso los nudos de la vida suelen ser gordianos.

29 de diciembre de 2013

Lo que es el mal ejemplo

Aznar Senior, cuando aún ignorábamos que era un mecenas, dijo que quién tenía que decirle a él las copas de vino que podía tomar y quién se atrevía a decirle que quería conducir en su lugar. Pues bien, llevamos unas navidades en las que ha cundido el ejemplo y algunos políticos andan por ahí conduciendo bolingas ciegos que atropellan la mundial. Aunque, pensando un poco, para que los políticos atropellen no necesitan empinar el codo, que cada día congelan, recortan, suprimen, clausuran y colaboran, también ciegamente, con la justicia. No sé si me dan más miedo ebrios o sobrios.

La mano que manda en la cuna

Gallardón tendría un hijo deficiente. ¡Anda!, y yo también. Pero, ¡pobrecitos de nosotros!, pese a nuestras nobles almas, no podemos. Y no creo que, en ninguno de los casos, sea porque tengamos una dotación genética tan hipersupermegaguay que lo impida (Bueno, igual el ministro sí). Se debe simplemente a que somos hombres, hombres de bien, claro, de Gallardón ni dudarlo. Sin embargo, aun siendo colegitas de la especie, o sea, dos machotes, a mí no se me ocurriría decirle a mi mujer lo que tiene que hacer, y ya, a todas las demás, me guardaría muy mucho. ¡Qué sabe nadie!

21 de diciembre de 2013

Echándole sal al mar

Las personas mayores tienen motivos, cuanto más viejas y mejor conserven la cabeza, para poder dar buenos consejos, porque la vida siempre enseña más a la larga que en el momento. Dar consejo a quien lo pide es prevenirlo, pedirle cautela, sugerirle prudencia pero, en ningún caso, el consejo obliga a quien lo escucha ni suprime su criterio, porque la audacia y el atrevimiento, virtudes tan útiles en el momento oportuno como inadecuadas en todos los demás, también forman parte de la fortuna y de la existencia. Pero, dar consejo a quien no lo pide es echarle sal al mar.

Criando pelos en la lengua

La verdad sólo debe decirse a quien te hace entender que quiere oírla y, aún así, es peligroso decirla hasta a quien de tal modo la demanda. Porque la realidad que los demás perciben, raramente coincide con la imagen propia que cada uno nos fraguamos de las cosas. Así, puede darse el caso de que la verdad nos sorprenda y creamos que quien la dice nos ofende. Al contrario de lo que ocurre con el dinero, que muchos dicen no ansiarlo pero siempre lo cogen de buen grado; la verdad todos dicen desearla pero rara vez la reciben con gusto.

Signos de burla

Los sinsentidos cometidos por un falso traductor al lenguaje de signos no son  mayores, ni de tal envergadura y repercusión, que las vaciedades y mentiras que los políticos dicen a diario. Así que la traducción de sus palabras a ese lenguaje de signos, hecha por ese sudafricano en los funerales de Mandela, más que locura me parece una irónica burla. Si parece que las palabras carecen de valor para los políticos, qué más dan los gestos con que las traduzcan. Tan carentes de significado son las unas como los otros. Resumiendo, un beneficio para los sordomudos. Que le hagan fijo.

11 de diciembre de 2013

Examen de conciencia

A mis amigos, creo que como a mí, la edad nos ha hecho prudentes, pacientes y demócratas al uso, y nos ha dado un aval de distancia para una supervivencia propia que nos parece merecida. De críticos, en todo lo teórico, nos hemos vuelto inconformistas en lo material; de imaginarios luchadores, hemos delegado en otros, obligatoriamente más jóvenes, esa lucha ineludible, esa que, presumiblemente, creímos haber hecho nosotros cuando entonces. Y, lo mismo que dudo de nosotros que, de radicales, tuvimos más bien poco, dudo de quienes nos suceden porque, por desgracia, fueron educados en lo mismo y por nosotros.

La colmena

Caminan contra las penas los apenados, aguantan los defraudados, fingen los beneficiados, temen los establecidos, protestan los engañados, argumentan a favor los bien pagados, y, en este gran mercado, no hay argumento que no se justifique, ni razón que no se razone, porque la publicidad, la propaganda y el mensaje se yuxtaponen y, como es norma, triunfan si no dan la razón a unos ni a otros. La equidistancia, que a unos no quita la razón y a otros no se la da, condena a todos. Pero unos sucumben con razón y otros medran sin ella. Misterios de nuestra democracia.

9 de diciembre de 2013

Sin cuartel

Mientras uno se balancea involuntariamente al vaivén caprichoso de la angustia, recuerda lo bello e ingenioso que era idear conceptos y frases de autoayuda, máximas para dolores imaginarios o ajenos, sentencias saludables para allanar las frustraciones nimias que bachean el camino de nuestros egos desvalidos, botiquines para distancias sin final en un camino permanente. Pero, metidos en la vorágine real, lo único que parece razonable es que, de vez en cuando, la Naturaleza te dé oportunidad de descansar un poco. Y, entonces, no se te ocurren sabias enseñanzas ni para ti ni para otros. Sólo deseas un poco de cuartel.

6 de diciembre de 2013

Maquiavelo

Si la Historia tiene algún valor científico fiable, no es porque describa cosas tan variables como los conocimientos, la educación, el arte, la religión o cualquiera otra de las manifestaciones diferentes y variadas que caracterizaron a cada civilización, cultura o época, sino porque se fundamenta en el comportamiento humano, que es invariable. Así, nuestras pasiones, siempre las mismas, nos abocan de continuo al desorden y a la corrupción permanente pero, al mismo tiempo, son las que dan consistencia a la Historia como ciencia. Pero, por desgracia, los humanos somos ignorantes y desmemoriados y tendemos siempre a considerar inédito el presente.

5 de diciembre de 2013

Vegetación

Los días se me antojan fugaces y las noches largas. Ideas lúcidas me sorprenden como iluminaciones o destellos de clarividencia que, al poco, no recuerdo. Me he vuelto indolente. No espero días portadores de nuevas y mejores cosas, sino que temo que me traigan, si cabe, y siempre cabe, cambios de peor índole. Y, si a la vida me encadena una certeza, es la de que todo es manifiestamente denigrable. No tengo ganas de luchar, ni defenderme. La inercia de lo renovadamente viejo me sume en la desidia y, sin deseo de morir, tampoco siento apego por la vida.