25 de mayo de 2012

Igual que los dedos de la mano


La señora Norberta caminaba torpemente, del brazo de uno de sus hijos, por las calles empedradas de su pueblo.
-        Bien va usted. No se quejará. Bien se nota lo a gusto que va usted con este hijo –le dijo la vecina.
-        Pues sepa usted que a los cinco que tengo los quiero por igual. ¿Cuál cree usted que me dolería más, si me cortaran uno de los dedos de la mano? Pues así quiero a mis hijos, por igual.
-        Sí, madre, pero para hurgarse la nariz usa usted sólo uno. Y suele ser el mismo. –saltó el hijo.

A contar


Parece que los eruditos creen que la palabra escrita, y por tanto la literatura, fue cosa originada por la necesidad de contar. De contar en el sentido más estricto de la palabra, es decir, la de aprender a simbolizar las cantidades de las cosas para poder comerciar con ellas. Sería un origen, de ser cierto, que partiría de lo más material para terminar, en nuestros días y en casi todos los días de los que tiene memoria la Historia, contando otras cosas. No me parece mal, de hecho, acabo de contároslo. Vuelve la pasión por contar. Lo teníamos delante.

8 de mayo de 2012

Peaje


La amplia y vieja autopista de la corrupción, con su tráfico siempre tan fluido, corre pareja con las obras, iniciadas hace un tiempo y en las que se trabaja a destajo, de una nueva autopista: la de la explotación.
La mayoría de nosotros vamos a transitar por la segunda vía para que los de siempre sigan, como los señores que nunca han dejado ni dejarán de ser, transitando cómodamente por la suya. El asunto es que nosotros, además de pagar todas las vías, pagaremos peaje por nuestra propia explotación. Al parecer, así ha de funcionar el  sistema para ser viable.

4 de mayo de 2012

El sacrificio fecundo

Desanimados por tantos sacrificios, que quienes mandan predicen fecundos, vemos como se venden o abandonan muchos hogares, para pagar o por no pagar sus hipotecas, muchos coches, fuentes de libertad cacareada otrora, para pagar la cadena dorada de sus letras, y somos, o nos harán ser, solidarios a la fuerza con los bancos, para que nos hagamos cargo de sus “activos tóxicos” (valientes palabrejas), que es como hacerse cargo, por impericia y avaricia ajena, de las deudas más que vergonzosas de quienes nos exigen que paguemos las nuestras. Que los “activos tóxicos” de la gente normal sólo son putas deudas.

Cosas del Hermano Lobo

Un amigo me ha enviado unas portadas de la vieja revista de humor "Hermano Lobo". He seleccionado éstas para que algunos recordéis y otros, tal vez, os sorprendáis. ¿Qué cosas pasaban antes, eh? Claro que, de esto, hace muchos, muchísimos años.






2 de mayo de 2012

Lo que dijo el de la aldea


-        Éste es de la freguesía de Vilar Formoso.
-        Y, ¿qué tal con los españoles?
-        Bien. Como hermanos.
-        Nosotros venimos mucho a Portugal y desde hace muchos años –dice el viajero.
-        ¿Y qué os parece?
-        Nos gusta mucho. Para nosotros es nuestra segunda casa.
-        Y, cómo no. Si los españoles no queréis a los portugueses, ¿a quién vais a querer en el mundo? – dice el de cerca de Vilar Formoso con una mezcla de orgullo y sencillez.
Y, el viajero, no tiene contestación y calla, porque le parece que lo que ha dicho el de la aldea está lleno de razón.

El desafecto


Desde que son de pago, las autopistas de Portugal están semidesiertas. La gente sortea, como puede, los puntos de control y, cuando no, circula por las vías de siempre. Los hosteleros son amables, les gusta que te guste su comida, orgullosos, te enseñan sus bodegas, te invitan a un oporto y te dan conversación a la antigua, sin prisas. En sus mercadeos se elude el IVA y en otras actividades también, que cada uno se defiende como puede.
-        ¿Cómo va lo del rescate?
-        ¿Ah, eso? Tendrán que hacernos otro antes de un año –dicen indiferentes- Nos mientras buscámonos la vida.

Guarda


Sigue Guarda la vieja, ahora rodeada de autovías, con la misma capa de hace treinta años, arrastrando su fama de falsa, fea y fría, con sus palacios, su barrio viejo, su judería, sus soportales frente a la mole de la catedral y su tono de melancolía encapotada. Han medrado los restaurantes pequeños en la parte vieja y cerró el Hotel Turismo donde solía parar, cuando pasaba, Saramago. El establecimiento, con un sabor antiguo, señorial y serio, que le cuadraba al escritor, candó sus puertas casi al tiempo que, definitivamente, él cerrara los ojos. Portugal, siempre un plus de tristeza.

1 de mayo de 2012

Dar la cabezá


En mi pueblo no se hace. Eso de, en la iglesia, presentarte ante los allegados, con el finado en su féretro, y cumplir, dando la cabezá, no se hace, no señor, y menos añadir la frasecita: “Gloria y descanso tenga, que los ha merecido.”
En mi pueblo pasa uno por la casa y, familiarmente, se planta uno ante el cadáver y los cuatro velones, mira al difunto y, tras unos segundos de reflexión profunda, dice: “¡Hay que joderse, al cabo lo que somos!”. Luego te tomas una copa. No señor, eso de la reverencia no me gusta. Queda muy corleone.