17 de mayo de 2016

La playa de papel

Los sueños son una resaca nocturna que, últimamente, sólo devuelve muertos a mi playa. Me visitan mientras duermo y me abrazan sin decirme nada. Son abrazos amables y llenos de sentido pero, cuando el insomnio intermitente me despierta, comprendo que no son ellos quienes vinieron, sino yo quien fui a visitarles. Tomando café, mientras espero al día, me encuentro en un litoral cada vez más solitario, con la fatiga del vagar nocturno y con el trote del pensamiento en mi cabeza, perrillo inquieto que siempre me acompaña. Estoy en mi playa blanca de papel, ésa que linda siempre con el alba.

15 de mayo de 2016

La Caballada desde lejos

Con el maullido penetrante de la gaita y el vibrar del tamboril nervioso latiendo en las gargantas, ha venido a la piel de Castilla el sol de mayo. Los hermanos de La Caballada han invitado este año a San Isidro, con el que algunos tienen bastante soltura y confianza.
A la antigua procesión de los hermanos, que baja lentamente hacia La Estrella, todos los que en el tiempo quedaron rezagados, en la Peña la Bandera les alcanzan.
-¡Señores hermanos, a caballo!
Ya están todos, como todos los años.
Algunos añoramos desde lejos, sin inmunidad al virus del recuerdo.

14 de mayo de 2016

Las luces de la vida

Las historias que otros escribieron o contaron me han hecho lo que soy. No importaba si aquellos relatos eran ciertos o no, pues la fe del que oye o lee no le son necesarias a ningún narrador. Tampoco los autores importan en las obras pues, si alguna queda, aquéllos desaparecen siempre. Así que al que lee o escucha poco le importan nombres ni certezas. Y es la luz que desprenden las palabras la que ilumina nuestras mentes y, a veces, las contagia y enciende. Luces que ya brillaban antes de que naciéramos y quedarán encendidas después de que muramos.

2 de mayo de 2016

Sicario viejo (Novela negra)

Lleva el sufrimiento tatuado en la mirada, sus invisibles heridas son internas. Un muelle se puede presionar indefinidamente, pero se rompe o salta en un segundo; todos somos normales hasta que dejamos de serlo.  No sé por qué llegó a ser lo que nunca quiso, quizás la juventud da combustible para cualquier pasión. Vendía cosas invisibles que todos temían; fue un agente muy serio de seguros: aseguraba daños. Maduró, ya no puede permitirse el odio, ocupa improductivamente mucho tiempo, pero al amor se lo ahogó la venganza y el oficio. Mal, pero acostumbrado, siente pero no padece. Siempre solo, espera.