27 de enero de 2010

Artesanal

Vuelvo a escribir a mano. La letra pequeña y minuciosa de los trazos me hace escribir de otra manera: artesanalmente, tipo cuadernos Rubio de caligrafía, como cuando aún se escribía con plumilla.
Al lado bits y bytes, abejas de la tecnología, zumban incansables en su colmena de plástico, enfebrecidos en sus panales de silicio, refrigerados por ese ventiladorcito que impide que se mueran.
Mientras, los rasgos silenciosos, dejan sobre el papel las huellas de otro bullicio sordo que, desde mi cabeza, desciende despacio sobre él, tomando la forma de las letras que da a luz el vientre de una pluma.

26 de enero de 2010

Con poquito me arreglo

Aparte de escribir, apenas alguna cosa le importaba. Su trabajo, un enredo; su tiempo, un pasatiempo; su salud, cosa vana; su dinero, agua en una cesta. Escribía cosas para ella, tranquila alberca de todas sus palabras.

24 de enero de 2010

El relevo silencioso

Algunos abandonamos las normas de vida que dictaban las Iglesias como instituciones. Decían que la ausencia de normas provocaría el caos. Puede que llevasen razón porque, mientras huíamos de unas normas morales, la sociedad, los estados, los gobiernos… no hacen sino darnos otras que no son muy diferentes. Acaso más estrictas e ineludibles: hipotecas, consumismo, reciclado, normas sanitarias (tabaco, obesidad, alcohol, las otras drogas…). Sí, todo por nuestro bien pero, ¿acaso no decían eso las iglesias? Ellas prometían la vida eterna, no estaba mal. Éstos, ¿qué dan? ¿No iremos de un manejo a otro? ¿No será que tenemos nuevos amos?

22 de enero de 2010

Solo

Uno necesita sus momentos. Ignora la razón, pero los necesita. La necesidad de estar frecuentemente solo siempre me acompaña. Entonces soy capaz de pensar en los problemas y también de conformarme, casi de continuo, con no hallarles solución.
La compañía es habladora y alérgica al silencio. Pero la soledad abriga, con el pensar, el desvalimiento en que nos vemos. En ella emergen como en sueños las evidencias, y graznan todas las bajezas que están afónicas en público, y, a veces, en ella, hasta tienen perdón las culpas viejas. Estar solo es como estar desnudo, algo, entre los demás, no acostumbrado.

21 de enero de 2010

Iconoclastas

El orden existe, como existen los viejos, pero no le queda otra que convivir con lo que surge, como a ellos. El hombre pone el orden, la naturaleza lo demás. Cayeron en la tentación de ordenar. Pero todos no, faltaron los poetas. Esos ridículos desertores de la especie, retadores de la muerte, ácratas veleidosos, inconscientes, capaces de enfrentarse, con su fuerza de caña, al toro salvaje del destino, esos vocacionales del aquí y el ahora, sacerdotes de una religión universal sin dioses ni creencias, amigos de descubrir lo que hay detrás del amor, del miedo y de la muerte. Iconoclastas.

20 de enero de 2010

Tocapelotas

Ser tocapelotas es un proceso que necesita tesón y tiempo. Suelen comenzar desde la infancia y, quienes reúnen condiciones, salen del intento reforzados. Aburridos los padres, experimentan luego con la gente cercana que, bien por afecto, educación, desinterés o aburrimiento, pasan y les permiten salir airosos del intento. Con alta autoestima por tan fáciles victorias, continúan, allá donde van, considerándose seres excepcionales, críticos, inteligentes, singulares. Y, equivocadamente, deducen que los demás son insensibles escalones para que su persona se remonte. Un buen planteamiento, si les vale. Sólo el tiempo puede demostrarles que este pícaro mundo está lleno de talentos similares.

19 de enero de 2010

Vivir el tiempo

La vida y tiempo están recíprocamente vinculados. El segundo modifica frecuentemente a la primera. Eso parece.
En una ocasión le oí contar esto al filósofo Gustavo Cirigliano:
“Asistían los habitantes de un pueblo andino, tan aislado que desde él se tardaba siete días en llegar caminando al pueblo más cercano, a la inauguración de la nueva carretera por parte del señor gobernador. Éste, entre otras cosas, dijo:
- … y fíjense que ahora, gracias al gobierno, lo que antes hacían en siete días, pueden hacerlo en uno.
Un viejo preguntó:
- Y, ahora, ¿qué hacemos con los otros seis?”

18 de enero de 2010

El sobresalto

De cien palabras sé que no me sobran muchas, pero reconozco que, yendo al grano, tampoco me faltan demasiadas. Tuve el sentimiento de conocerte desde siempre y, al cabo de los años, la certeza. Me sigo preguntando las razones. Y ellas, las razones, permanecen mudas, inalterables y ajenas. Ni niegan mi apreciación ni la confirman pero, cuando te veo, algo extraño me avisa, inesperadamente, de que era verdad lo que sentía y que esas sensaciones no responden a la mansa familiaridad pulida por el tiempo. El sobresalto, al contemplarte cada día viniendo desde lejos, constantemente lo confirma.

17 de enero de 2010

El atosigamiento

Del fumar se dice que hace daño a bronquios, corazón y pulmones; del beber, que perjudica al aparato digestivo; de otras substancias, esas que llaman drogas, como si las anteriores no lo fueran, se dice lo peor… Seguro que todo será cierto. Pero también lo es que, las personas, nos agarramos a cualquier lenitivo que suavice nuestro paso por la vida. Y, en este ambiente de continuos consejos sanitarios, lo que no comprendo es cómo no se advierte de los daños irreversibles al cerebro causados por el discurso político y del riesgo en que se pone al cuerpo entero trabajando.

16 de enero de 2010

En el bar Agustín

En el bar Agustín, los dos enamorados, se contaban sus intimidades. El bar, casi siempre desierto, estaba cerca de la estación de trenes. Los dos enamorados, allí, se sentían seguros, como si la soledad habitual fuese una garantía. El ama, ya descangayada y vieja, les hacía dos hermosos bocadillos de lomo, jugosa la carne y el pan crujiente, y les servía dos cervezas grandes, destinadas a durar tanto como aquella conversación inacabable. Probablemente, los dos jóvenes. lo consumían en minutos, pero hablaban durante horas, desapercibidos de la efímera duración del presente, pero convencidos de lo perenne de sus sentimientos.

15 de enero de 2010

El placer regalado

Algunos placeres se pagan, se logran, se roban con engaños, embelecos, artimañas o astucias, o, raras veces, simplemente se encuentran. Imagino a quienes escriben ganando en libertad, o me fascina creerlo, cuando escribo. Porque no se espera pago, ni es un ganapán la actividad, y porque no tiene sentido arrebatar lo que se regala de antemano. Si resultó un placer o no, quien lee lo decide. En cualquier caso, si en placer pasajero se convierten las letras, será siempre una entrega fugaz: un placer regalado a algún desconocido. Quizás reúna el morbo, paralelismo y parecido de otro tipo de entregas.

14 de enero de 2010

Rincones

Súbitamente descubres rincones que no volverás a ver. Están algunos incorporados a tu mente, otros no los habías visto nunca. Una foto de ellos, aunque no sea buena, revela, al descubrirla inesperadamente, un valor evocador que te desarma. A veces, por encontrarte con el día que tenías olvidado; a veces, por recobrar el que no querías olvidar. Comprendes que habitamos rincones compartidos, que muchos por aquel mismo sitio ya pasaron y te imaginas cuántos aún quedan por pasar. Rincones ubicados en idénticos huecos del espacio, con el imperceptible olor del ser humano, y decorados hoy de un modo diferente.

13 de enero de 2010

El costado más tibio de la vida

Sola, en la vieja cocina donde fui sincera tantas veces, cada día mi voz se siente más abandonada de testigos. Entre tantas ausencias, ya definitivas, doy en pensar que también mi presencia desentona. Mientras duermes, imagino que el tiempo se detuvo, que aún tengo el empuje de un corazón joven, que cuento mis emociones tan confiadamente como entonces… Pensaba y pienso, conscientemente crédula y obtusa, en el amor como cosa esencialmente indefinida e inconclusa; y en el anhelo que conservo desde siempre, tan constante, como el ruido del mar y el silencio de las piedras, y como la mansa soledad del firmamento.

12 de enero de 2010

La sorprendente búsqueda

Cuando reviso las cosas que escribo, tengo la sensación de no ser el autor de aquéllas que me gustan. Sin embargo, aquellas otras, demasiadas, que no me convencen, me parecen inequívocamente mías. Leerse es como mirarse en un espejo. Te da una idea fiel de lo que eres y te aleja de cómo te imaginas. Ves preponderar la tristeza, la monotonía, el pesimismo y los senderos que te alejan del gozo. Y, me digo, no te leas, escribe cosas nuevas, que el mundo tiene todos sus caminos sobados, que aún, con suerte, puedes escribir algo que nunca reconozcas como tuyo.

11 de enero de 2010

Ruidos nocturnos

Escuchar el tic-tac del reloj, en mitad del silencio, certifica que estoy vivo. Pero el silbido irregular del viento rompe la monótona cadencia del reloj y avisa, simultáneamente, de que un minuto y otro tienen la misma duración pero su contenido es diferente. Luego, los ladridos de los perros en la noche, alertan de que lo imprevisible siempre está por poder presentarse. Todos los ruidos son llamadas sobre lo perecedero, y lo distinto, y lo inesperado. Unas son llamadas con ritmo, otras aleatorias, otras extemporáneas, pero todas son un ejemplo de la duración y sus formas y sus posibilidades.

10 de enero de 2010

El negocio antitaurino

Escucho atónito que la campaña antitaurina que tiene lugar en Cataluña no tiene como fin diferenciar a Cataluña del resto de España, ni romper la nación, ni está fomentada por los independentistas, no, no, nada de eso. Escucho que son las multinacionales que se dedican al negocio de la comida para mascotas las que desean acabar con la tauromaquia para que luego, ya enemigos todos de esa crueldad, tengamos toditos todos, ya con la conciencia tranquila, la entidad moral suficiente para tener un gatito o un perrito y sentirnos defensores de la vida. Eso sí, aunque luego haya que caparlos.

8 de enero de 2010

Desesperanza en cien palabras, o menos

Vivimos la época de la descreencia. Sin ilusión por hacer, con codicia por lo que se vislumbra poseer. ¿Fructificará alguna ilusión cuando el entorno se tiene por ineficaz y acomodaticio?
Dicen que la enseñanza está muy mal aquí y en muchos sitios. Y hacen leyes para arreglar el asunto, y doctos inspectores evalúan los centros. La enseñanza es otra ilusión vana: aprendizaje y docencia son actos altruistas, por tanto, hoy, sin sentido. ¿Harán las leyes funcionar algo olvidado?
La poca fe que me queda se la regalo a los poetas, contados profetas, aún no demenciados por cuanto nos rodea.

7 de enero de 2010

Larry Ochs vs. Valle-Inclán

Sigüenza, medieval y mitrada, albergó en diciembre un festival de jazz en la ermita de San Roque. Si impresionaba ver a la ciudad del monódico gregoriano entregarse al ritmo sincopado e improvisado made in USA, impresionó aún más la vehemente protesta de un espectador defendiendo lo genuino. Denunció al saxofonista Larry Ochs por no interpretar jazz sino música contemporánea, género contraindicado para el denunciante por prescripción facultativa. Uno de los miembros de la Benemérita que acudió al tumulto también se pronunció: “Efectivamente, esto no es jazz”. Larry Ochs, cómo no, ha sufrido una crisis de identidad. ¡Cómo aguantas, Valle-Inclán!

6 de enero de 2010

Sin

Sin obligaciones, sin nostalgias, sin reuniones, sin comilonas, sin regalos, sin raíces, sin retornos… sin la trampa familiar, sin hacerlo aunque nada más fuera por los niños o por los viejos, así, como un tiempo no distinto de otro, he pasado los últimos quince o veinte días. No tengo nada que decir, ni malo ni bueno, excepto que ojalá lo hubiera empezado a hacer mucho antes, tal vez desde siempre. Si hay salud y posibilidades, en la próxima ocasión, pondré más distancia y aislamiento. Ha sido posible y, además, un éxito, oye. Y no pasa nada.