31 de marzo de 2011

Hombres fatales

Los que van de rufiancetes, depredadores de señoras, cuando por una vez les sale mal la cosa, hay que ver cómo se ponen. Oye, que se maquean de perros vagabundos y  moquean dignísimos al mundo un sentimentalismo de cuya carencia siempre se jactaron. Y su abandono lo revisten de poesía, y llega a verse tan bonito al desgraciado, que hasta las  más reacias se vuelven comprensivas y, a poquito, más de una se prestaría al maternal consuelo y luego al otro. Desde joven, me pregunto si no será una añagaza golfa el mover a compasión a las mujeres.

29 de marzo de 2011

Copago

Copago, otra palabra de político. Son geniales. Ahora proponen el copago en la sanidad y en la educación. Pero, ¿quién paga ya ambas cosas? ¿No son los ciudadanos? Pues parece que no. Da la impresión de que son ellos quienes nos las procuran y ahora reclaman la cooperación ciudadana porque, los pobrecillos, no saben de dónde sacar para tanto regalo. Lo malo de estas palabras es que las asumimos y las usamos con normalidad y, así, aceptamos el engaño que encierran. Los ciudadanos pagamos todas las rondas en esta fiesta, no hay quien las copague con nosotros.

19 de marzo de 2011

Personas humanas

Los antiguos, que al parecer tenían la guasa por terapia aleccionadora, llamaban a la redundancia: “albarda sobre albarda”. Y no lo hacían porque pensasen que la persona que la practicaba fuera friolera, sino, más bien, por llamarle lo que les parecía sin mentar al animal.
Y esa castiza denominación suele venirme a la cabeza cuando, en los medios de comunicación, escucho a algunos referirse a “las personas humanas” para designar a sus semejantes. Y es que, llamar humanas a las personas, no viene al caso, aunque, a veces, pueda venir al pelo calificar de inhumana a más de una.

17 de marzo de 2011

El escritor

Don Salvi, cargado de condescendencia, le explicó al niño cumplidamente, como correspondía a un maestro con tradición y con principios, lo que era la redundancia, el circunloquio, las frases hechas, las expresiones rimbombantes, los epítetos improcedentes, el lenguaje recargado, los eufemismos artificiosos y algunas otras cosas más de gran utilidad para el que escribe.
El niño se rascó la cabeza mirando al papel. Don Salvi preguntó:    
-¿Has entendido?
- Don Salvi, me parece que es usted un poco manta –replicó el muchacho.
- Y, entonces, ¿cómo piensas escribir con propiedad lo que tienes en mente?
- Con mi cerebro pensador –dijo el muchacho.

La paciencia


El tiempo, del que los yanquis dicen que es dinero, es, sin embargo, cosa gratuita. Es el mejor regalo.  Por ejemplo, el tiempo que dan algunos padres a sus hijos es clave para su educación. Pero los adultos, paulatinamente más idiotizados por este sistema de vida que nos arrastra, regateamos el tiempo más que ninguna cosa. La paciencia, que esencialmente es un regalo de tiempo, escasea. La paciencia, prestada a los demás o autoconcedida, nos permite comprender que nuestros actos raramente son éxitos y, aun así, son tan limitados y parciales que, casi siempre, más se asemejan a fracasos.

16 de marzo de 2011

Apocalipsis

Hoy se ha utilizado una palabra y no uno de esos circunloquios eufemísticos que triunfan en todos los medios informativos. No hemos tenido que oír, por ejemplo: “limitado contratiempo previsto por los protocolos de emergencias”, o “incidente de efectos controlados que redundará en mejoras de la seguridad en un futuro”, o “sólo se trata de  una enriquecedora experiencia que no hará sino poner en valor el incremento de la viabilidad en las instalaciones nucleares avanzadas”.  No, ha aparecido un tío, ha mirado a la cámara, y ha dicho: esto es un apocalipsis. Y, coño, por una vez, nos hemos enterado.

15 de marzo de 2011

Educar en valores

No fui consciente de que me educaran en valores. Pero es que, en aquella época, no se propalaba lo que se hacía, ni se ennoblecían los quehaceres educativos ordinarios con palabras de pomposo diseño.  Quienes hablan hoy de educación en valores dan por sentado que los tales valores existían entonces y se han perdido ahora. Pero, recapacitando sobre mi educación, concluyo que en mis tiempos, más que en valores, fuimos educados en temores. Hoy aquellos temores se han perdido y puede que, con ellos, se esfumaran también los supuestos valores  de los que dicen que la gente joven adolece.

13 de marzo de 2011

También la rebeldía se marchita

Últimamente todo le daba igual. Se había entregado. En otros tiempos, le hubiera encontrado a todo alguna excusa, algo plausible que tapara lo oneroso, algo que, momentáneamente, disfrazara de buenos propósitos aquella vergüenza inadmisible que siempre negó. Aceptó, por primera vez, la trillada idea de que la vida no era lo pactado. Reconoció que, durante mucho tiempo, se resistió a asumirlo e incluso lamentó su beligerancia frente a los que llamó pesimistas y agoreros. Pero cuando, finalmente, tuvo la humildad y el valor de aceptar la verdad, se sorprendió, a la vez, de que ya ni se le ocurriera rebelarse.

11 de marzo de 2011

Depresión, mal de la inteligencia

¿Tendrá nauseas el cerebro? Y, si las tuviera, ¿qué las produciría? ¿Podría ser el miedo a un vacío que trasciende las vísceras y que, huyendo de ellas, se aloja finalmente en la mente? ¿Podría ser un sentido que no está definido y que carece de órganos que lo canalicen y lo justifiquen? ¿Será esa extraña sensación, tan general y abstracta, lo que los psiquiatras llaman depresión?
En cualquier caso, creo que las personas podemos sentir cosas para las que no estamos preparadas. Como si nuestras funciones superaran a nuestros órganos, como si captásemos más de lo que podemos entender.

6 de marzo de 2011

Madrid majara


Madrid morada muda, mansión mínima, mojarrilla menuda, manceba mentirosa, mansa monjita mística, maciza mantenida, madama manejable, morita misteriosa, mulata miracielos, melosa morenita, modelo mondacimas, meretriz madurita, muchacha mimosa, multirracial, mestiza, madrastra mustia, memita marchosilla, mendiga macilenta, mendaz mosquita muerta, matrona, morosa, mímica, maliciosa, mariposa maligna, maja mohína, magma malévolo. Mantienes mil malhadadas musas. Madrid, madre molestadora, mezquina muela mezcladora, mafiosa mascarada, monumental majada, ministerial mejunje, moldura metropolitana, madriguera manchega, mondo marjal, museo marchito, mera mensajería marginal, momio municipal, metálico madroño, matonería mermada, morbosos monises, manicomio móvil, monederillo mercantil, mecenas misantrópico, murga macarra. Mantienes, Madrid, mil malos modos. Me mareas.

5 de marzo de 2011

Sin certeza

No sé si las personas hacemos cosas y después buscamos las razones por las que las hicimos o, por el contrario, tenemos de antemano razones para hacerlas. A la vista del funcionamiento del mundo, no estoy seguro. Por ejemplo, cuanto hoy se fabrica está hecho para no durar. ¿Es un propósito premeditado o una casualidad que después intentamos explicar? ¿Es un deseo de lucro rápido que lleva inherente la degradación del planeta o es el único proyecto viable que se nos ocurre para mantener una economía que permita la vida, en relativa paz, a los moradores de la superpoblada Tierra?

Sí, pero no

Hemos de comprar coches pero debemos ahorrar en gasolina. Dicen que el consumo es el motor de la economía pero, a la vez, predican ahorro. Y uno, desconcertado, no sabe en qué debe gastar y en qué conviene ahorrar. El proceso de verse con dinero, antes gastable libremente, se convierte en una difícil disyuntiva, en un ejercicio, como dicen ahora, de responsabilidad: ¿Gastaré en lo correcto o me empeñaré en ahorrar en lo que no debo? Y uno empieza a barruntarse si todas esas libertades, con las que tanta política se ha hecho, no nos las estarán comiendo a cachitos.

2 de marzo de 2011

Crema americana

Nunca supe con certeza cómo se hacía la crema americana. Era uno de aquellos postres de postguerra. De cuando aún, el adjetivo americano, elevaba a otro plano las cosas corrientes, también las que comíamos, y hacía del modesto alimento fantasía. La crema americana fue, seguramente, uno de aquellos dulces que llenó con su nombre la parte más vacía de nosotros. Era barato, porque las palabras, entonces y ahora, son, de momento, gratuitas. Me quedo, una vez más, sólo con aquel nombre y el recuerdo. La reina de la crema americana, como otras reinas familiares, se ha marchado del todo.