29 de noviembre de 2011

Y yo más


Paso la vida defraudando a la gente y ya, de viejo, con más descaro. Porque, en el fondo, tanto me da que me quieran o no, que me alaben o me vituperen, porque lo que se vive no puede compartirse aunque se quiera. Porque ya es uno granado para buscar, en corazones ajenos, las esperanzas que no anidan en el propio y porque escribir, qué coño, es decir lo que a uno le peta sin ese diseño, buena fe y exquisitas maneras, tan de moda, por ese prurito que tenemos todos de demostrar lo mucho que sufrimos.

25 de noviembre de 2011

Ternura


La ternura es cosa olvidadiza porque nada nos va en ello y porque es un gesto fugaz en el que nos encanta dejarnos ir, sin compromiso, pero sintiéndonos el alma generosa. A nosotros no nos bastaría una caricia, porque somos remisos al compadecimiento gratuito ni, si mediara ofrecimiento, dejaríamos al filántropo irse de rositas. Así, cuando en la calle topamos con una mujer amamantando, no es normal la caricia. Impera la prudencia y la mirada extraña y, a lo sumo, una llamada a los servicios sociales del Ayuntamiento y, a veces, muy dignamente revestidos con esa indignación tan aprendidamente cívica.

Como a un pelele


Tenía una vieja parcelita cultivada con unos cuantos surcos de tímidos cogollos de “cuánto lo siento”, de flores mustias de “no me digas”, de avergonzadas frutas de “parece mentira” y de gruesos tubérculos de “no hay derecho”.
Pero los modernos jardineros me espetaron que olvide cultivos tan arcaicos y que, en su lugar, plante esquejes de “esto es lo que hay”, amapolas de “sin complejos”, cardos cabezones de “se hará lo que haya que hacer” y bellotas de “estoy aquí para arreglar esto”. Y, sin permiso, me han tirado la tapia del huerto y me han metido las apisonadoras. Sí.

24 de noviembre de 2011

La verdad

Ingrata con quien la menta,
irrita a quienes les roza,
desmadeja las conciencias
y amarga en la misma boca.
Si a todos duele y enoja,
por simple y por pertinaz,
mal afán tienen algunos
en conocer la verdad.
Si tú no le tienes miedo
y prefieres no ignorar,
vete a su encuentro, valiente.
Tal vez, te sorprenderás.
Verdad y desconfianza
hacen siempre malas migas,
si quien duda no confía,
¿de qué sirve la verdad?


Come on and rescue me

- Tío Pío, que dicen los del mercao que la gestión del ajo y la alubia que usted implementa es inoperante y, su modo de apacentar, contrario a tendencias y que, de seguir asín, se estrangulará su crédito. Bueno, si el tío Macario, un suponer, no le rescata antes de Navidades.
- ¿Rescatarme a mí el Macario, ese mangante, ese cacho carne con ojos? Mira, Cirilito, diles a los bandidos esos del mercao que como baje a la plaza con la cachava les voy a dar rescate, ¡cagüen diole!
- Huy, tío Pío, ¡cómo se le va a disparar la prima de riesgo!

23 de noviembre de 2011

Establés


Los recuerdos. Hasta los recuerdos se resquebrajan. El tiempo es el mayor de los insolentes, pues su respeto no existe. El tiempo terco parte las piedras. A la una,  a las dos y a las tres. Bueno, todavía no, falta un poquito. Que aún colorean las pintas de la trucha y no se confunde a la rosa con un repollo. Pero, eso sí, Domingo Alonso desató el burro de la argolla y se alejó con él para siempre de la puerta. Que no quiso esperar a las tres en Establés.

17 de noviembre de 2011

Con ciencia y conciencia

El profesor se creía bueno en lo suyo. Era vehemente en sus explicaciones, mostraba interés en ellas y denotaba que creía en su trabajo. Tan centrado estaba en ello que, Andrea, la muchacha que no entendía aquella cuestión pese a sus esfuerzos, rompió a llorar. El maestro se quedó perplejo. Primero se disculpó por, tal vez, haber empleado un lenguaje tan directo e impositivo que asustara a la muchacha; luego pensó que quizás ella tuviera otros problemas personales, ajenos a la materia.
Despertó pesaroso al día siguiente: quien, enseñando, hace llorar al que quiere aprender no podía tener razón.

6 de noviembre de 2011

El valor de la educación

A la verdad, tantas veces mentada, no la reconozco y creo que, sólo alguna vez, la intuyo. Es la verdad perrillo encadenado al que, por cualquier medio, se le traza un recorrido. Como el aire, la verdad, parece cosa transparente pero, al contrario que éste, innecesaria. Con el tiempo conoces personas viciosas del dinero, del poder, del alcohol, del sexo o de otras cosas, pero esta sociedad avanzada y moderna, tan democrática, paciente, culta y moderada,  da en hacernos a todos viciosos de la pantomima. Porque la educación formal no es ya un valor, es, principalmente, una forma de proselitismo.

4 de noviembre de 2011

Inesperadamente

Hoy, sin anunciarse, como suelen hacerlo, del invierno en que yacen las palabras heladas, han venido a visitarme algunas conocidas. Todas son viejas sementeras del miedo, del desamparo y del desasosiego y, sin embargo, prefiero no citarlas, porque sé que no es bueno regodearse con malas compañías, porque todas son hijas y, como poco, nietas de esa gran matriarca de las palabras frías a la que vamos sin quererlo y, en cuyo seno inhóspito, nos negamos a pensar por amor, optimismo o ciega fe en la vida. Y quiero conjurarlas, pero soy incapaz de sustraerme a su corrosión muda.

3 de noviembre de 2011

Achicado

La perra Tiqui pesa cuatro quilos. Mirándola corretear gozosa por el campo, me senté en una piedra. Ella se metió entre mis piernas, se me subió a los muslos y, desde allí, se encaramó a un hombro y luego, de un saltito, se subió a mi cabeza. Se sentó en la almohada mullida del sombrero de lona y escudriñó el horizonte.
¿Qué mirará la perra?
Mire lo que mire, se las ha ingeniado para que su mirada esté una cuarta por encima de la de mi cabeza. Y me quedé sorprendido del gesto de esa pizca de perra. Achicado quedé.

Grecia, cuna de la democracia

Mientras llueve, sentado al cobijo de una encina cuyas ramas cansadas de lluvia ya gotean, veo pasar las nubes deshilachadas en agua. Y nada puedo hacer para que la encina me proteja y, menos aún, pedirles a las nubes que lo dejen. Y el agua, del cielo o de la encina, cae mansamente sobre mí. Y me digo: si de lo que cae sin intención de hacerme daño no puedo protegerme, qué podré hacer contra los designios de los hombres que gobiernan a su voluntad tierras y vidas. Democracia, con perdón, es el nombre de un fruto engañador.