26 de febrero de 2014

De antemano, que sepáis que no es cierto

En la Unión Europea crece el malestar por asuntos económicos que empiezan a afectar a países miembros. La competitividad entre empresas se está viendo torpedeada por prácticas de competencia desleal que nadie se molesta en ocultar y que, por su casi cotidiana frecuencia, parecen ya normales. Así, la Cosa Nostra siciliana, la Camorra napolitana, la Onorata Società calabresa y la Sacra Corona Unita de la Puglia han pedido mediación a la UE (y apoyo espiritual al Vaticano) para que sus modelos operativos dejen inmediatamente de ser imitados en España. La Fiscalía española ha respondido eficaz y contundentemente: "No nos consta."

El estado de la nación

El estado de la nación es algo etéreo que aletea entre cifras que nos interpretan. Además del tinglado político, cualquiera ve evidencias atroces. Pero eso, ¿qué mérito tiene? Hemos de creer en lo invisible. Creer es eso. Tozudamente, nos empeñamos en ver negro lo negro y así, con tales certidumbres, jamás mereceremos el maná de la cosa macroeconómica. Vagaremos por los desiertos de la realidad sin entender las directrices que llevan al paraíso del bienestar y la bonanza. Con la política externalizada sin ruido, nos mecen en la cuna económica las manos de unos cuantos talentos creativos. Y dormimos. Benditos.

15 de febrero de 2014

El menos malo de los sistemas...

Los políticos confunden política con poder. Política es el arte de conseguir el poder y mantenerlo, piensan. Y, ¿eso del bien común? ¿Qué coño es?
Apoyándose en la fuerza de entidades ajenas a nosotros, que somos sus representados, canalizan sus acciones y programas. Nosotros les votamos periódicamente, pero ellos, para mantenerse en el poder, sirven a otros. Así, en virtud de la legitimidad de su elección que llamamos formalmente democracia, ellos saben que únicamente conservarán el poder si nos engañan. Una pantomima vieja y bien urdida: tras puta, poner la cama. Y, cada cuatro años, volvemos a lo mismo.

Saber

Sonó el teléfono:
-        ¿Eres hijo de Dolores?
-        Sí.
-        ¿Nieto de Narcisa?
-        Sí.
-        No me conoces. Soy hija de Mariano, un sobrino de tu abuela.
-        Pues, tú dirás.
-        Me llamo Asun y sé que sabes mucho sobre los avatares de la familia.
-        Y, ¿qué quieres?
-        Quiero saber lo que tú sabes.
-        ¿No te importa sufrir?
-        No,  quiero saber.
-        Saber, algunas veces, es muy cruel. ¿Valdrá la pena?
-        El saber nos hace libres.
-        Y también, a veces, desdichados. Quizás eres muy joven.
-         Pero,  yo quiero.
-        ¿Estás segura?
-        Lo estoy, te daré mi correo.
-        Mi condición es: sin rencor.
-        Acepto.
-        Entonces, sea.

12 de febrero de 2014

Pasteleo

-        ¿Madalena o magdalena?
-        ¡Qué vulgar!, una persona con nivel debería decir cupcake o muffin.
-        Y, ¿eso por qué?
-        Porque todos saben lo que es una madalena o magdalena, que de ambos modos puede decirse, pero diciendo cupcake o muffin pasarás por más culto, y quien te oiga pensará que sabes inglés. Además, decir palabras que algunos no entiendan te dejará en buen lugar y, dado el caso, siempre podrás decir que no has dicho exactamente lo que han entendido.
-        ¿Igual que hacen los políticos?
-        Exacto.
-        Pero si casi ninguno sabe inglés.
-        ¿Y quién te asegura que sepan de política?

No sé si os pasa

Reconozco que la vida, o sea, lo que está ocurriendo, me preocupa tanto que, casi siempre, me impide pensar en otras cosas. La actualidad, política principalmente, apaga mi imaginación, me esclaviza, y su lastre es un secante que me deja sin tinta para otros pensamientos.
Pero, por otro lado, no dejan de admirarme las mentes poderosas de esos tertulianos que, en un mismo programa, pontifican sobre la guerra de Siria, los ERES, Bárcenas, el cambio climático, Urdanga&Cris, el separatismo, la monarquía, la justicia, el cine, el Papa… Y todo sin inmutarse, con qué seguridad, con qué aplomo. No parecen humanos.