Pronto o tarde llegamos al convencimiento, cuando no nos llevan a él de un modo u otro, de lo inconveniente que es todo lo que nos gusta. Así nos procuramos la infelicidad privándonos de ello o, haciéndolo, nos mortifican los remordimientos y somos infelices igualmente.
En definitiva, el tiempo pasa y, sin embargo, hay que ver, en la vida, el tremendo trabajo y los esfuerzos que a casi todos nos cuesta el no llegar a ningún sitio.
Y, que conste, que no lo digo por mí que, dentro de un par de horas, me voy de viaje. Caiga quien caiga.