Sonó el teléfono:
-
¿Eres hijo de Dolores?
-
Sí.
-
¿Nieto de Narcisa?
-
Sí.
-
No me conoces. Soy hija de Mariano, un sobrino de tu
abuela.
-
Pues, tú dirás.
-
Me llamo Asun y sé que sabes mucho sobre los avatares
de la familia.
-
Y, ¿qué quieres?
-
Quiero saber lo que tú sabes.
-
¿No te importa sufrir?
-
No, quiero
saber.
-
Saber, algunas veces, es muy cruel. ¿Valdrá la pena?
-
El saber nos hace libres.
-
Y también, a veces, desdichados. Quizás eres muy joven.
-
Pero, yo quiero.
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¿Estás segura?
-
Lo estoy, te daré mi correo.
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Mi condición es: sin rencor.
-
Acepto.
-
Entonces, sea.
2 comentarios:
Me apuesto un cupcake a que es un caso real.
Y, pues casi. Como diría un argentino.
Saludos, Ángeles.
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