11 de octubre de 2008

La máscara


Érase una vez en que el dragón del mundo se quedó sin enemigos. Y todos decidimos montarnos en su lomo, adorarlo, hacernos especuladores. El trabajo quedaba para otros. Sólo los idiotas guardaban su dinero pero, además, los idiotas eran tan sumamente idiotas que pensaban que los bancos en donde lo guardaron se lo guardaban. Pero éstos también jugaron con el dinero confiado y ajeno y lo pusieron en el lomo de la bestia. Tontos y listos, hermanados ahora, tememos enterarnos súbitamente que no tenemos nada, que el dragón lo devoró todo. No hay responsabilidades. No hay culpables. Todo está enmascarado.

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