20 de enero de 2009

Lo bastante


No tengo sentimiento de tristeza, ni remordimiento por no haber hecho lo necesario, ni culpo a nadie por ningún descuido, ni pienso que la muerte sea injusta, ni albergo sentimientos de disconformidad alguna… Sólo que es ahora, a solas, cuando todo ha terminado y siento lo irrecuperable de su ausencia, cuando me doy cuenta de que quizás no la quise lo bastante.

12 comentarios:

Insumisa dijo...

¿Quién puede cuantificar el amor?
¿Cómo podrías medirlo?
Hablas de expresarlo, creo yo. Quizás no lo expresaste lo que hubieses querido. Pero habiendo amor, no hay medida.

Lan dijo...

Dejaré las cosas como están. Porque tampoco es posible cuantificar el sentimiento ni la certidumbre o falsedad de las ideas que surgen de repente.

Insumisa dijo...

Lo se...

Flor y Nata dijo...

Ella siempre lo supo...expresado lo suficiente o callandolo bastante. Siempre te tuvo. Siempre te esperó. Siempre te reclamó...y acudiste y lo hiciste incluso cuando no te esperaba. Eso basta.

Lan dijo...

Quizás en estos casos es que nadie se despide debidamente porque estamos preparados para las ausencias pero no para las desapariciones. Así tenemos la tonta ilusión de poder haberlo hecho todo mejor.

Paz Zeltia dijo...

A veces no es hasta que vemos los objetos que pertenecían a la persona que se fué, ahí, sin pertenecer ya a nadie, que entendemos de verdad lo que significa la ausencia definitiva.

mandoche unha apertiña

Lan dijo...

Gracias, Zeltia, pero no sé lo que es unha apertiña.
Perdona mi ignorancia.

LM dijo...

há coisas como o querer que grazas a deus nom entram nas estatísticas e nom som cuantificaveis. o importante é querer e nom os números...
beijos

Lan dijo...

Sí, LM, pero siempre estás tú ante ti mismo.

LM dijo...

e somos os piores críticos para um mesmo... teremos de aprender a querer-nos mais...
beijos

Paz Zeltia dijo...

pues una apertiña que va a ser???

Un abrazo delicado y cariñoso!

Lan dijo...

LM, llevo toda la vida intentándolo pero, no creas, es que no soy muy buena persona.
Ahí va, pues gracias por la apertiña, Zeltia.