29 de septiembre de 2009

Gilda


“Siempre, cuando te espero, oigo el violín que hace sonar un pobre viejo…”
- ¡Coño! –dijo Gilda, la de los cupones- Los años que hacía que no oía a Los Módulos.
Y, según hablaba, iba desplazándose frente a la barra del bar palpando a los clientes a los que, muchas veces, reconocía al tacto. Palpó a uno que no reconoció entre sus habituales y al hacerlo dijo mecánicamente, como siempre:
- ¡Hay lotería, dos me quedan!
- No quiero, pero gracias por el sobo –dijo el gracioso.
- ¡Hijo de puta! –le escupió la Gilda orientando la cabeza para escuchar mejor a Los Módulos.
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